En el mundo, hay gente buena. Hoy, se acercó a Galán un perrito que sé
que vive en el ombú del Congreso con una gente. Lo que me llamó la
atención es que el perro tenía una chapita con un teléfono. Supuse,
entonces, que el perrito se había perdido y que lo habían adoptado ahí.
Recordé a ese mismo pichicho que, una vez, se me había acercado
desesperado (en invierno, creo) por la zona del edificio del Congreso.
Así que memoricé el número, llegué a casa y dejé un mensaje en el contestador. Era obvio que la gente del ombú no tenía un teléfono de línea, lo que me hacía corroborar mi hipótesis.
Recién, me devolvió la llamada un señor. Me dijo que el número sí era de él, pero que el perro es del cartonero que vive ahí, que él le hizo una chapita con el número porque una vez se había perdido para poder ubicárselo al señor. Incluso, me dijo que en la chapita dice "ombú, congreso" y el nombre del perrito, que se llama "Cartonero". Efectivamente, el dueño no tiene teléfono de línea, pero un tipo de buen corazón, sí lo tiene. Le pedí disculpas porque no pude leer el otro lado de la chapa porque estaba con Galán.
Así que, la idea es ponerles chapitas a los perros y, si podés, prestarle tu número a alguien que vive en la calle con su perro y que, también, se siente triste si pierde a su mascota.
Recién, me devolvió la llamada un señor. Me dijo que el número sí era de él, pero que el perro es del cartonero que vive ahí, que él le hizo una chapita con el número porque una vez se había perdido para poder ubicárselo al señor. Incluso, me dijo que en la chapita dice "ombú, congreso" y el nombre del perrito, que se llama "Cartonero". Efectivamente, el dueño no tiene teléfono de línea, pero un tipo de buen corazón, sí lo tiene. Le pedí disculpas porque no pude leer el otro lado de la chapa porque estaba con Galán.
Así que, la idea es ponerles chapitas a los perros y, si podés, prestarle tu número a alguien que vive en la calle con su perro y que, también, se siente triste si pierde a su mascota.