Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

domingo, 27 de febrero de 2011

¿Creés en las casualidades?

Hoy, es el cumple, más bien sería, de mi Yaya. Cómo rendirle homenaje a alguien a quien no veo hace mucho tiempo, sólo pensando en ella.

Uno tiende a creer que la gente que muere no está más o piensa que está por puro consuelo. No puedo decir que ella está o no porque no puedo verla, pero sí, que el haber intentado acercarme de alguna forma a ella hizo que las cosas en mi vida fueran cambiando.

Cuando crecemos, solemos dejar por algún lado tirada la inocencia, la espontaneidad, las risas y los juegos para calzarnos el traje de formalidad. Hace un año, tengo la idea de recuperar mi niñez, es decir, recuperar aquello que me hacía feliz cuando era chica.

Si bien siempre tuve la idea de estudiar todas las lenguas que se hablan en la península ibérica, nunca lo había llevado a cabo. Era más un decir que un hecho. Hasta que el verano pasado el deseo de estudiar vasco apareció de nuevo. No sé por qué. Pasó medio año y, en julio, volvió el deseo. Le dije a mi mamá que fuera a averiguar al Laboratorio de Idiomas, donde siempre estudio yo y le dijeron que ese cuatrimestre no habría clases de vasco. Dejé de lado la idea y, una noche, soñé que estaba haciendo una investigación sobre los moros en España para una materia de la facultad y lo que se me aparecía claro en el sueño era que a esa parte de España la llamaban "JAI España". Al despertar, googleé la palabra "jai" y me salió que era una letra hebrea o "fiesta" en vasco. Supongo que la memoria de los seres humanos es insondable y supongo que en el cuento que nos contaba la Yaya de chicos ella diría esa palabra, no lo sé, porque yo me imaginaba algo cuando ella hablaba en esa lengua que no comprendíamos.

Entonces, busqué en google lugares para estudiar euskera en Buenos Aires y me anoté. Finalmente, supe que era la misma gente que daba los cursos en el Laboratorio y, en la primera clase, la profesora suplente (no la titular) me comentó que en el colegio en que trabajaba había horas de lengua. A los dos días, me llamó a mi casa para decirme cómo hacer, era el día de mi cumpleaños.

Y comencé a sentir que me conectaba con una parte de mi infancia de nuevo, comencé a acercarme a la Yaya y conseguí trabajo. Estudiando euskera pensé cómo me gustaría bailar la muñeira y vestirme de gallega y, por esas cosas de la vida, este año voy a estudiar euskera en una sede de Xeito Novo. Y conocí gente que nunca pensé que iba a conocer y empecé a darme cuenta que no basta con decir "quiero tal cosa" y esperar. Y, entre otras cosas, me di cuenta que me pinto las uñas de rojo y que, cuando era chica y lo hacía, mi mamá me decía que parecía Lola (la Yaya). Y, como digo últimamente, el euskera me cambió la vida, ahora, hasta me encuentro en charlas familiares defendiendo a los presos políticos y diciendo que no hay vascos franceses y vascos españoles, sino, simplemente, vascos.

Y, hoy más que nunca, siento que la Yaya está cuidándonos a Ale (aunque Ale no quiera escucharla) y a mí, como siempre, jugando con nosotras, acompañándonos como siempre (lo único que espero es que, esté donde esté, no le diga al abuelo "acercate que son tus nietas", aunque supongo que no están en el mismo lugar, la Yaya no se merece tanto infierno).

Hoy, le digo un gran "zorionak" a la Yaya, le pido que me siga acompañando siempre, que la cuide a Ale como cuando le cantaba la muñeca vestida de azul y le prometo que, algún día, mis hijos (de tenerlos) sabrán que en la familia no hubo solo gallegos y asturianos sino también una vasca preciosa como ella.

En este día, la recuerdo con el tango que nos cantaba siempre cuando jugábamos a Grandes valores del tango, danza que comencé a aprender, por otra parte.



Y la que le dedicó, hoy, 2011.

domingo, 13 de febrero de 2011

Érase una vez, en un lejano país, una aldea de gente pobre, tan pobre, que los niños pequeños salían con su azada a trabajar en el campo y las niñas pequeñas se contrataban en las casas de familia.

Una de ellas se llamaba Dolores y tenía 16 años. Una tarde, ya casi anocheciendo, estaba sentada en la puerta de la casa haciendo cestas de mimbre sobre su delantal, con ollín por las labores del día, y se arreglaba el pañuelo que cubría sus cabellos de vez en cuando. A su lado, un hombre mayor, quizás su abuelo o quizás su tío o un vecino, le contaba un cuento de príncipes y hadas. De vez en cuando, la niña levantaba la mirada, observaba a lo lejos, a un tiempo imposible en un lugar lejano y sonreía despierta.

Al día siguiente, Dolores se levantó temprano como todos los días. Se calzó sus zapatitos un tanto usados y pretendía verlos de cristal. Mientras se dirigía a su trabajo, se cruzó en el camino con Francisco, de 19 años él, el hijo del maestro del pueblo. No tenía caballo blanco, sino un burro que caminaba a su lado y se dispuso a darle conversación.

-Mañana, son las fiestas patronales -comentó- ¿estarás allí?
-Si el hada viniera y me regalara unos zapatos... -suspiró.
-¿El hada? Las hadas no existen.
-Claro que las hay, yo tendré algún hada madrina que me cambie el destino -dijo ella con el ceño fruncido.
-Por arte de magia -dijo él, sonriendo sarcásticamente.
-Dijo mi tío -ahora, sabemos que el hombre era el tío- que a Cenicienta le regaló unos zapatitos de cristal, le dio vestido y carroza y conoció a su príncipe.
-Y a las 12 todo eso se esfumó...
-Pero el volvió...
-Porque sabía que ella tenía sangre noble, ¿eso también te contó tu tío? ¿Que nada había cambiado su hada madrina, que todo seguía igual? ¿y para qué querrías unos zapatos de cristal en esta aldea, para meterlos en el barro? Además, ni pensemos en que las otras niñas mirarían queriendo los suyos, pero, claro, el hada madrina solo pensaría en tu par de zapatos y, de convertirte milagrosamente en princesa, los demás seguiríamos en el mismo estado.
-¿Qué significan todas estas palabras? -preguntó ya sin el brillo en sus ojos.
-Significan que no hay hadas y sí príncipes, y nosotros, los que seríamos el "pueblo" sin nombre en el medio de una pieza teatral cuyos protagonistas serían esos reyes de los que hablas... y que, por eso mismo, me voy a alistar en el ejército y no sé cuándo volveré.

Ella se detuvo y permaneció sin aliento, sin fe. No había más príncipe que quisiera, ni siquiera que fuera montado en un bello corcel, ni que luciera zapatos nuevos. Francisco se alejó cuando ella llegó a la puerta de la casa de su señora, ella se volvió a tocar el timbre, ingresó y, en silencio, miró todo a su alrededor. No podía quejarse de esa familia, pues si tenían ropas en desuso se las daban y algunas botellas de vino para las navidades. Solían acordarse de ellos, pero ella siempre había sabido que no eran iguales, pero, ahora, ella sabía que deberían serlo.

Al día siguiente, se levantó temprano, dio el desayuno a sus hermanos, algo de café y un mendrugo duro. Los miró a los ojos, sonrió mientras los miraba profundamente a lo lejos siempre despierta. Preparó un hato de ropa, sin más zapatos que los puestos porque otros no tenía, besó a su madre en la frente y se marchó. Vio acercarse poco a poco por el camino de piedra a Francisco, le sonrió en el medio de un fuerte abrazo, él le preguntó adónde vas, ella le dijo adonde me lleves, pero es una guerra dijo él, quedarme sería la peor derrota, respondió.

Y se alejaron por el camino, con el burro a su costado. De ellos, no supimos más, si hubo casamiento o no lo hubo, pero sí que fueron felices mientras se pudo.

lunes, 7 de febrero de 2011

Identificaciones lejanas

La cabeza de uno no queda así por casualidad. Recordando algunas cosas, me di cuenta de que necesito un psicólogo que indague a ver si tengo algo rescatable.

Cuando era chica, me identificaba mucho con personajes de los dibujitos. Me identificaba diciendo "yo soy fulano" y, ya que este recuerdo me lo trajo He-Man, a lo mejor, viene de "yo soy He-Man". ¡Dios mío! Entonces, empiezo con ese dibujito. Si bien el príncipe Adam me encantaba (hoy, a la distancia, no entiendo por qué), yo era Orco... ¡sí, Orco! ¿Quién en su sano juicio, o que niña mejor dicho, puede identificarse con un enano que vuela, que solo tiene ojos, no tiene pies y cuyo vestido tiene una O?

Pero no era lo único. También, me identificaba con el niño de cobre de Los halcones galácticos. Quiero decir que mi identificación incluía muchas veces a mi familia. Por ejemplo, mi mamá solía decirle a mi hermano "pareces el Quico" y ella era igual a Doña Florinda. ¡Bingo! Teníamos un dominó de animales y, en cada animal, yo veía a algún miembro de mi familia. En Los halcones galácticos, mis hermanos Ale y Leo eran los gemelos Acerino y Acerina, y yo era el niño de cobre. Lo que más me fascinaba de este personaje era que respondiera preguntas al final de cada capítulo y que fuera bochito.

Sandy-bell, Sindi-bell, Lala-bell y todas las bell que vi no me identificaban en nada, aunque esos dibujos y Heidi me fascinaban. Lo mío era la aventura, por eso, quería ser Indiana Jones y el primer libro que leí fue Los caballeros de la mesa redonda.

Benito Bodoque era mi gato en Don gato y su pandilla y, en esta infancia con la cabeza confusa, Mingo y Aníbal contra los fantasmas me daba miedo al punto que, cuando entraba en mi casa, trataba de no encontrar la sombra del ahorcado en la pared.
Sin embargo, de lo que más consumí en la vida, fue de programas infantiles sin repetir y sin soplar: Xuxa, La ola está de fiesta (Flavia), Balá, La isla de los Wittys (Alejandra Gavilanes), Súper súper (Candela), El show de Bibi (made in Paraguay, esta me la tragué cuando dejé danza) y zafé de ver a Chiti Madelaire. Me gustaba cantar y bailar viendo esas cosas, me encantaba ver películas de Palito y pensaba que cuando llegara a la adolescencia estaría cantando con mis amigos por el Rosedal.
En fin, es muy lindo tener esas fantasías, vivir en ese mundo. Eso sí, estos recuerdos, me dicen que haberme identificado con Orco merece algunas sesiones de terapia urgente.