Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

viernes, 27 de enero de 2012

Mi perro dinamita

Dicen que los nombres determinan la personalidad. No podría decir si esto sucedió con Galán, mi perro, porque ya llegó grandote. De cualquier modo, voy a contar un poco la historia de su nombre.

Cuando se murió Cuqui, siempre pensé que la próxima vez que tuviera un perro tenía que ser perra, chiquita (para poder manejarla en casos de urgencia) y que se iba a llamar Pasionaria, ya que por una cuestión de superstición no le podía poner Inés (dicen que es mal augurio ponerles nombres de personas a estos animales). Pues bien, cuando llegó él, fue todo lo opuesto: perro, grandote y le tuve que poner Galán, apodo del personaje masculino de Inés y la alegría (Almudena Grandes). Este personaje es del PCE y actúa en la guerrilla del Val d'Aran. 

Pues bien. Creo que Galán no es comunista, sino anarquista. Cuando salimos de paseo, él es quien toma las decisiones de hacia dónde ir. En realidad, el camino básico es uno, pero sobre ese camino, él va orientando hacia diferentes lugares. Ya se ganó el mote de "Zorro" porque ladra en la madrugada (cuando sale la luna) si escucha voces en tono alto y, en sus paseos nocturnos, se entromete en todas las batallas perrunas que le son ajenas. Las manchas negras alrededor de sus ojos deben de ser su antifaz. Mi perro es libre, no sé si proque vivió en la calle o porque no sé educarlo. Lo cierto es que él no respeta reglas, no tiene Gobierno más que su voluntad, ya que su único Estado es su libertad.

Hoy, en este estado pleno de libertad, decidió que quería ir a pasear a la plaza del Congreso que desemboca en Avenida de Mayo, siempre el límite era la otra plaza. Insistió así que allí fuimos. Pude ver, gracias  a él, que en esa plaza viven familias en carpas o en estructuras pequeñas improvisadas con maderas y bolsas de basura. Si bien sabía que, en la otra plaza, viven muchos hombres, ver a estas familias que, para mí, estaban invisibles, fue paralizante. Galán me hizo ver una realidad que desconocía en mi propio barrio. Galán, mi perro callejero, me hizo ver que había que hacer algo. Mi única reacción fue decirle que iba a comunicarme con la Red Solidaria para ver adónde hay que llamar para ver si les dan un lugar.

Pude ver en la plaza una pintada que dice "Terrorismo es silencio en la calle". Y todos los días, quienes paseamos por esas plazas con nuestros perros cometemos el acto terrorista de ver sin mirar y de callar. Porque la violencia no se expresa únicamente como sucedió en Pinheirinho (San Pablo), con el desalojo violento a las familias. Hay otras realidades que provocan desalojos sin violencia manifiesta corporalmente, se dan por la violencia de la economía diaria, del silencio ajeno. El derecho a la vivienda es un derecho humano consagrado en nuestra Constitución y Macri no puede verlo.

Macri, te presto a Galán para que te lleve de paseo y te enseñe un poco la otra realidad.

martes, 3 de enero de 2012

@movistarlaconchadetumadre

Y la entrada número 300 se la dedico a la puta mierda de Movistar.

Estoy en Brasil desde el día 31 de diciembre. Antes de salir de casa, llamé a la operadora para ver cuál era el número al que tenía que llamar para hacer llamadas por cobrar. Llegué a las cuatro y media de la mañana horario de Brasil y me acerqué a un teléfono público de Telefónica. Estaba por cantar "bingo", ya que imaginé que siendo la misma empresa que tiene mi mamá iba a "dar certo". Mas não deu, né?

Mi celular no funcionó durante el primer día, no tenía señal. Intenté desde otros teléfonos públicos y tampoco pude comunicarme. Recordé que una vez que estuve en BH no pude hacerlo desde un teléfono de una casa, pero sí desde un público de Embratel, pero no encontré acá. A todo esto, Movistar, como tiene costumbre, me mandó una serie de sms diciéndome beneficios de roaming. Quise hacer llamadas, no pude, está bloqueado. Mandé sms, unos tres o cuatro, consiguió hablarme mi mamá al celular y los 86 pesos que tenía el viernes volaron cual paloma corrida por un perro.

Ayer, llamé a mi mamá desde un celular de Brasil y le dije "llamame al mío". Comencé a recibir sms diciendo que Carmen se quería comunicar conmigo, pero que mi crédito no era suficiente para recibir esa llamada. Respiré hondo y me dije "estoy de vacaciones, que me cobren por recibir llamadas, cargo con la tarjeta". Me dispuse a entrar a mi cuenta de usuario de Movistar, pero, ahora, hay que realizar un nuevo registro en la página. Me puse a hacerlo, una hora de intentos fue inútil, no hubo caso. Respiré hondo y me dije "cargo desde el Homebanking". Entré a la página del Ciudad, pero solo recarga Personal.

Bien.

Respiré hondo.

Me puse a leer toda la página de Movistar para ver cómo mierda hacer llamadas por cobrar.

Internacionales no se puede.

Seguí leyendo para ver cómo cuernos cargar en forma alternativa. Estaba a punto de cantar línea cuando vi que podía entrar a Pagomiscuentas.com.

Entré.

Cuando tuve que seleccionar banco, el Ciudad no aparecía en la lista.

Respiré hondo y me dije "Mariana agradecé que usás el Hombanking de tu madre para pagarle las cosas".

Pude cargar, finalmente, para que mi madre pudiera llamarme. A esta altura, Movistar tiene que agradecerme tener una clienta tan perseverante a la hora de hacer las cosas y de ser tan paciente también.

Conclusión: Telefónica es una cagada, Movistar es de esa empresa, esa empresa está en Brasil y no se consigue hacer llamadas por cobrar a la misma empresa en Argentina. Es decir, me recontra cago en las putas privatizaciones que iban a mejorar las telecomunicaciones. Teniendo una PC y dos celulares (uno argentino y uno brasilero), no pude evitar sentirme incomunicada gracias a que la página de Movistar es chotérrima y a que la empresa más allá que en facturar no piensa.

El receptor equivocado

Estoy queriendo aprender a ser tolerante y, para ello, descubrí que es importante descentrarse y entender que cada uno piensa lo que se le antoja.

Ayer, estuve mirando un poco de televisión brasilera y tuve dos momentos que me hicieron pensar una cosa y, hoy, pensándolo mejor, descubrí otra.

Lo primero fue una publicidad sobre tránsito, cuyo lema es "Se beber não dirija, o efeito do álcool passa, a culpa fica para sempre". Me espantó, lo primero que pensé fue que están dando el mensaje equivocado. Las responsabilidades viales lejos están de tener que relacionarse con la culpa, en mi opinión, tienen que ver con prohibiciones ligadas a leyes, es decir, son obligaciones de un ciudadano. La culpa se relaciona con lo religioso y mezclar la esfera religiosa con la ciudadana no me parece ni acertada ni conveniente. No me parece acertada porque, si tratamos de crear conciencia ciudadana desde lo religioso (no tomes porque si matás a alguien vas a vivir con culpa, por ejemplo), después, no hay argumento valedero si uno quiere que las decisiones en el congreso sean decisiones por el bienestar de la ciudadanía y que esas decisiones no estén relacionadas con ningún culto religioso porque, a mi modo de ver, una decisión parlamentaria o política en general no puede ser tomada desde un credo, ya que limita la idea de que una sociedad es un conjunto de diversidades y que no todos tienen que profesar la misma fe o alguna fe y regirse por esos preceptos.

La segunda cosa que me quedé pensando fue a partir de las novelas. Me quedé debatiendo en mi cabeza si tratan de ser realistas y reflejar una realidad o si, en verdad, solo reproducen el modelo de sociedad que desde arriba se quiere establecer. Comencé a pensar que siempre los pobres y los empleados son negros o mulatos o mestizos (digamos, todo aquello que un argentino resume en "negro") y que aquellos que llegan a tener dinero, clase, poder, etc. son los que podríamos decir que se "blanquearon", que tienen una cultura alejada de la cultura original, que pertenecen a la alta cultura y que la sociedad no los percibe como "negros". Para decirlo en modo amplio, el color excede a la piel, se termina vinculando con estatus y, muchas veces, con sentimiento como aquella vez que le dije a una alumna "que las morenas no entramos en el patrón de belleza renancentista" y me miró extrañada. Pero, volviendo al tema de la novela, me puse a pensar si estaba de hecho reproduciendo una realidad en el sentido de reflejarla o si lo reproducía en el sentido, si se quiere, industrial de fabricar un modelo a toda hora para que en la cabeza quede que el negro es porbre y empleado, y el rico es clase media o clase alta. Me espanté. Quise descentrarme y pensar cómo se da en las novelas argentinas y recuerdo que, en los famosos culebrones de los 80 y los 90, había pobres y ricos, pero los empleados no estaban siempre ligados a un color de piel o procedencia. Ahí, mi cabeza trató de contraargumentar con la famosa Carmiña, la empleada que era gallega y, también, pensé en Piel naranja o Amo y señor. En ambos casos, creo que se trataba de novelas realistas porque trataban de representar e, incluso, de incluir actores sociales que aparecían en la sociedad y darles un lugar. Digo creo porque, en estas cosas, todo depende con el cristal con el que se lo mire. Pero de algo estoy segura y es que Piel naranja y Amo y señor no estigmatizó a los paraguayos porque el protagonista y galán lo era, aunque no fuera millonario. También, digo que creo que no reproduce un modelo en el sentido de fabricarlo, ya que no es un modelo que se reproduce constantemente. Convengamos que Argentina es un país en el que la inmigración es constante y la procedencia es rotativa, podría haberse creado un modelo a partir de mostrar que siempre el inmigrante es el que lava los pisos, el portero, la mucama, etc. y, sin embargo, los roles no están fijos en ese sentido.

Esto es un tema más profundo de lo que se puede decir en un blog, se puede debatir horas. Imagino que todos los modelos que uno compra y que a uno le venden, y las concepciones del mundo que uno tiene para poder leerlo luego tienen que ver, en estos casos, con la formación de nuestras identidades de país, ligadas, entre otras cosas, a procesos de independencia.

Cuando le comentaba estas dos apreciaciones a Dulcinea esta mañana, en un acto totalmente egocéntrico, le dije "equivocan el mensaje". Pero me corregí inmediatamente y dije "soy el receptor equivocado". Cuando uno piensa en el circuito de la comunicación siempre tiene que tener presente que los discursos se arman para un determinado público y, evidentemente, yo no soy ese público.

De eso imagino que se trata ser tolerante, de empezar a ver que los otros no están equivocados, sino que ven y piensan diferente. Sin embargo, voy a tener un acto final del más puro egocentrismo: estaría bueno que trataran de cambiar el mensaje.