Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

sábado, 17 de noviembre de 2012

Muñeca brava

Desde Sor Juana hasta acá, ha pasado mucha agua debajo del puente. En el siglo XVII, ella ya planteaba en sus poesías que las mujeres no eran solo belleza, tenían otras cualidades. No eran el objeto que describían autores como Góngora o Quevedo: sus dientes no eran perlas, sus cabellos no eran oro, sus labios no eran un rubí.

Sin embargo, aún hoy cuesta que muchos (tanto hombres como mujeres) entiendan que no somos un objeto. Estudiando algunas cosas básicas sobre el derecho, me topé con el tema de la capacidad de la mujer en el matrimonio y cómo evolucionó de ser una completa incapacitada a poder adquirir sus bienes y recién en el año 87 se plasmó la patria potestad compartida, la fijación conjunta de domicilio y la elección del nombre de los hijos.

Durante mucho tiempo fuimos ese objeto que pasaba de las manos de un padre o un hermano a un marido. Pero no solo nosotras. También los niños. Recién con la Convención de los derechos del niño se los empezó a considerar sujetos de derecho, ya los padres no pueden hacer lo que quieren con ellos. En el año 94, se le dio estatuto constitucional, por lo cual, nuestro país debe cumplirla. Una de las principales cuestiones es el derecho a ser oídos en todo lo que respecta a su formación e incluye el concepto de capacidad progresiva: un niño no es incapaz porque no es un objeto, sino un sujeto, la diferencia es que tiene capacidades diferentes según las edades y hay que escucharlo atendiendo a su maduración.

Nada de imponer nada. Las mujeres históricamente pasábamos de ser objeto-niño a ser objeto-mujer. Si culturalmente estábamos condenadas a ser objeto, es lógico que la violencia se justificaba porque siempre iba a haber alguien que tuviera el poder sobre nosotras y nuestros cuerpos. Es muy difícil sacar las raíces culturales más profundas que llevan siglos arrastrándose. Porque, aunque muchas cosas han cambiado (eso nadie lo puede negar), esa violencia de género o ese maltrato infantil arrastran con concepciones formadas durante siglos. Son capas y capas de polvo que cubren nuestra historia.

Aún hoy, muchos maltratadores no son condenados socialmente porque siempre es la mujer "la loca que lo provoca", "una histérica que lo persigue" y muchos no entienden que la violencia psicológica puede ser aún peor que la física. Las marcas no se ven, pero ahí están.

Confío en que de a poco las mujeres y los hombres también irán cambiando estos patrones culturales en sus hijos, irán enseñándoles que tienen derechos, que pueden reclamar, que tienen voz, que pueden gritar. Y, sobre todo, señor Freud, que nuestra sexualidad no se configura desde la falta de un pene porque nacimos completas, mujeres enteras.

viernes, 16 de noviembre de 2012

34

Hay gente que nunca puede dejar de ser una sombra acompañada de su sombra. Sin  quererlo, Marcos estaba nuevamente allí, lo raro es que estaba en un espacio que nunca le fue propio, del que siempre fue un ser extraño.

Pero allí estaba y no pude evitar sentir desprecio, el mayor que puede existir en el mundo porque no entiendo que pueda existir un ser tan despreciable, que daña, que mina las vidas ajenas tan impunemente y a la que la vida le sonríe.

Marcos es un pitbull, lamentablemente, es el nombre que les dan  a los violentos que sociabilizan con el mundo y que el mundo adora. Son seres de baja autoestima, que tienen una relación de igual a igual con sus parejas, pero que se sienten tan poquita cosa que tienen que destruirlas. Son pitbulls porque muerden y les cuesta soltar a la presa. Así es Marcos, el violento silencioso, que nadie nota.

Y es oscuro. Un ser muy oscuro. Un ser sombrío. Una pobre negra sombra.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Repudio

Así, se encontraban las baldosas que colocaron frente al colegio esta mañana. Cuando me enteré de que estaban manchadas, pensé que podría haber sido alguna pintada que las había manchado accidentalmente, pero es claro que no. Fueron tapados los nombres.

Hay algo que algunas personas deberán entender y es que se pueden asesinar cuerpos, ocultarlos, desaparecer papeles y pertenencias, pero que nunca podrán borrar nuestra memoria.




viernes, 9 de noviembre de 2012

33

En qué momento nuestros muertos comienzan a convertirse en un sueño. Cuánto tiempo debe pasar para que pensemos en ellos y dudemos de si fueron reales o si nuestra imaginación los creó, inventándoles un pasado común con el nuestro.

A veces pienso en papá, y me pregunto qué tan real fue. Trato de buscar historias que me haya contado para reconstruir su vida, saber que estuvo allí. Pero me doy cuenta de que, lamentablemente, sé muy poco, de que me cuesta reconstruir muchas partes, ni qué decir de reconstruir sus sentimientos.

Creo que se apartó del mundo para protegerse y no se dio cuenta de que se le escurría de las manos. Fue libre, infinitamente libre y, tal vez, todo lo que sucedió fue el precio de haberlo sido.

Seis meses después, puedo decir que su imagen se está desdibujando, aunque lo siga viendo en el espejo cada día, aunque retorne de la manera más insólita.

¿Fue real? No lo sé. No sé qué tan real era lo que me mostraba de sí mismo, no sé si conocí al Daniel verdadero y nunca lo sabré.

jueves, 8 de noviembre de 2012

8 N(o voy)

Mi mamá siempre fomentó la memoria familiar y, en sus relatos, era imposible que no se filtrara la historia. Creo que no en vano tuvo una hija que se dedicó a la Literatura Española y un hijo historiador. De algún modo, sin haber estudiado, siempre supo que los sujetos estamos marcados por nuestra historia, por nuestro tiempo, por nuetra familia, por nuetras condiciones sociales, etc.

En sus relatos sobre su infancia, se colaban historias de la Guerra Civil relacionadas, por ejemplo, con la aparición de un señor con barba y andrajoso en la casa de doña Justa, su abuela, pidiéndole un plato de comida porque venía de la guerra y estaba con hambre. Su abuela le dijo que pasara, que si su hijo tocaba la puerta de alguien en ese momento querría que le dieran de comer. Su hijo era mi abuelo y fue, luego de esa respuesta, que el señor barbado le dijo "madre, ¿es que acaso no me reconoces?". Con historias como esa, se iban mezclando los miedos de atravesar por el monte porque estaban los que huían de la Guardia Civil, tiempo después supe que eran la guerrilla que quedaba allí; Doña Justa escuchando la pirenaica, radio que con el tiempo supe que era del PCE; las cartillas de racionamiento; la maestra franquista y creo que podría seguir.

Cuando uno va haciéndose mayor, se da cuenta de que es parte de la historia porque recuerda mucho de lo que algún día aparecerá en los libros de texto. De mi infancia podría recordar las épocas en que, con Ale, jugábamos a vender la mercadería de San Carlos y usábamos la lista de precios, lista que por ese entonces, modificaba todos los días los números. Si un día sabíamos que la chipa valía un austral, al día siguiente, estaba a tres. Y los valores que doy no son figurados, son reales. Ya un poquito más grande, recuerdo haberme asomado varias veces por la ventana de mis papás y leer una pintada en la esquina que decía "Menem, no al indulto" y todos los días me asomaba para leer eso a ver si llegaba a entender qué era lo que me quería decir porque desconocía el significado de la palabra.

Con los años, ya en Buenos Aires, diez mil australes se tranformaron en un peso y los miércoles se instalaron como los días de movilizaciones, Norma Plá a Cavallo lo tiene que matar dice la Bersuit. Había muertos y atentados por doquier. Recuerdo que el día en que explotó la Embajada de Israel estaba jugando en la terraza de Carolina Monzón, una compañera del primario que vivía en Alsina y San José. Y, cuando reventaron la AMIA, era el día de cumple de mi hermano y mi papá llegaba ese mismo día de un viaje a España. Mi infancia y secundaria fueron así. Incluso, mis comienzos en la facultad. No olvidaré nunca aquel día de diciembre en que mientras esperaba que llegara el 37 para ir a rendir el final de Sociedad y Estado a Ciudad Universitaria me enteraba de que Lino Oviedo estaba en el sur.

Al poco tiempo, tuve la mala idea de votar a De la Rua y, poco después, mi barrio se convirtió en un auténtico campo de batalla, de día y de noche. El 20 de diciembre de 2001, al mediodía, se iba a hacer una movilización por la represión del día anterior. Fui a hacer las compras con mi mamá, quien creo que me llamó para que fuera hasta su negocio a propósito y me dijo "no vayan, va a haber muertos". Le dije, con mis tiernos 19 años, que no iba a pasar nada, que esas cosas en Argentina ya no pasaban. Su respuesta fue "soy más vieja, esto ya lo viví, en este país siempre terminan las cosas igual". Al llegar a casa, mi hermana y la novia de mi hermano no estaban y tuve que esperarlas poco porque vinieron corriendo por la bajada de Solís, corridas por los gases lacrimógenos y consiguieron meter a otra piba que andaba perdida en casa. Mientras, mi hermano andaba corriendo de Plaza de Mayo a Congreso, y un vecino ponía desde la calle a todo volumen el Himno cantado por Charly. Creo que fue la única vez que sentí que vivía un momento histórico. Tal vez, debería haber escuchado a mi madre, quien con tanta claridad supo relatarme sus miedos aquel día en que se enfrentaron azules y colorados, y ella con el miedo que le tenía a los milicos por culpa de Franco, solo supo eso, que sentía miedo.

No voté a Néstor. No la voté la primera vez a Cristina. En este país, hemos llegado a comprar con dinero del estanciero, a vivir del trueque, a poder sacar 200 pesos por semana del cajero. Hubo asesinatos durante el período menemista, se profundizó la desigualdad social, muchos se cayeron por completo del sistema. Puede ser que un plan no resuelva situaciones, es cierto, pero el plan es un modo de empezar. El Argentina trabaja, por ejemplo, que les da un empleo y los califica para formar sus propias cooperativas. A los que piden que la prestación sea si trabajan, ahí la tienen, ya no se quejen más. La Asignación Universal por Hijo incluye a los niños más pequeños, que no son ni más ni menos que el futuro del país en el sistema educativo y en el de salud. La prestación se da a cambio de que el niño tenga DNI, estudie y cuide su salud. Gracias a los Kirchner, también, pude ver a un montón de hijos de puta sentados en el banquillo de los acusados y la recuperación de centros clandestinos de detención como espacios para la memoria. Además, si Vanesa, mi compañera de cole, quisiera casarse con Mariana en Buenos Aires, podría hacerlo porque ya tienen su derecho por ley.

Digo todo esto sin ser kirchnerista, hay cosas que no me gustan también. Pero siempre pienso que es mejor que la mayoría tenga algo antes de que mi bolsillo se llene un poco más. Será que mis padres me enseñaron a compartir y que, en mi mesa de Navidad, siempre mi papá sentaba a algún viejo solitario en la mesa.

En este país, todos tenemos derecho y obligación de votar presidente cada cuatro años. Cristina fue electa por la mayoría, no es una tiranía, no es una dictadura. Y estaría bueno que empezáramos a pensar que la ley de medios debe ser cumplida por el simple hecho de que manejar la opinión pública hace que un grupo maneje los intereses a su gusto. Así como ahora muestran todos los cacerolazos, no voy a olvidar que los que se le hicieron a Duhalde nunca los transmitieron y yo los oía, me despertaban por las noches, me levantaba corriendo para ver TN, canal en el que en aquel entonces creía, y siempre estaban hablando de otra cosa.

Creo que el principal motivo para no ir es, simplemente, no ser cómplice de Clarín, que bastante pronturario sucio tiene.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Pido gancho

Es la segunda vez que tengo que publicar en este blog algo que no va acorde a lo que suelo escribir.

Me llegó un comentario de un tal Mariano Barreto, que ni siquiera creo que sea alguien de verdad (ya que su blog se creó en noviembre de 2012, o sea, entre el jueves y esta mañana), que me decía un chusmerío y me quería usar de puente para que cague a cierta gente. A ese fulano, le digo:

1. La vida privada de la gente me trae sin cuidado. Como dice mi vieja, "cada uno hace de su culo un pandero y lo toca como quiere".

2. No soy garca. Intuyo que quien escribió me conoce de algún lado, sabe o cree saber algo de mi vida, se maneja en algún ámbito en común conmigo, sabe que tengo un blog, etc. Lo que no sabe es que modero los comentarios, nada sale publicado sin mi consentimiento. Tampoco sabe que soy incapaz de joder a nadie. Si tengo un problema con alguien, se lo digo, no me escondo detrás de una computadora queriendo usar a otro para que haga lo que cobardemente no puedo hacer.

3. Si quisiste a alguien en algún momento, debés querer y custodiar su recuerdo. Hay cosas que, para mí, son el pasado. Y los inconvenientes que haya tenido o dejado de tener con la gente son tan personales como esto que me decías en el comentario. Sería incapaz de dañar a nadie, mucho menos a gente a la que quise, sería como joderme a mí misma. Y lo digo por las dos personas a las que mencionás.

4. Querías generarme odio, pero lo conseguiste contra vos, que no sé quién sos. Pero seguramente tenés una vida muy miserable y pequeñita como para andar perdiendo tiempo queriendo joder a otra gente. Probablemente, no tengas nada más que hacer que correr detrás de la felicidad ajena para pisotearla.

5. No borré tu mensaje, aprendí a guardar pruebas. Además, soy profe de lengua, me voy a entretener analizando el léxico empleado y viendo la forma de escritura. Escribís mejor que la media, sabés poner tildes en palabras que no muchos saben. Abriré el oído para ver quién repite a mi lado el mismo tipo de vocabulario.

6. Estaré prevenida. Quien jode una vez, jode dos veces.

7. Buscate una vida. Es breve, es bella, hay un mundo por conocer.

Por último, te deseo que seas muy feliz y que aprendas a pensar antes de actuar.