Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

viernes, 15 de diciembre de 2017

Diciembre 2017

Cada vez que hay una marcha o corte importante, aprovecho el paseo con el perro para analizar cómo viene la mano.

En asunciones presidenciales e incluso en apertura de legislativas, siempre intenté pasar el corte del Congreso para ir a pasear con el perro. En ocasiones me dejaron, en otras no. Pero siempre el personal de la policía, quizás porque notaban que era vecina del barrio, me repondió con la mayor cortesía o bien dejándome pasar o explicándome por dónde ir a la plaza.

En las legislativas de este año, dos cosas me prendieron la alarma. Una ver camiones del Ejército. La otra es que los cortes arrancaban desde Sarandí. A eso, agregarle que se paseaban por el barrio en motos en clara demostración de fuerza.

Ayer, quise hacer lo mismo. El gendarme me habló en un tono de mierda cuando pasé la valla. Apelé a la gendarme porque el personal femenino siempre se enternece más con perros. Su respuesta fue super educada, pero lo que más me encendió la alarma es que ella respondía con miedo. Porque sí, porque hay gente que entra a la gendarmería por una casa y un laburo asegurado y se encuentran, un día, a los tiros en plena ciudad. Eso me dio la idea de que no tenía que salir de casa.

Alrededor de las cinco, aunque seguían corriendo gente para el lado que va a 9 de julio, saqué al perro. No solo se escuchaban los helicópteros, sino que, además, se sentían entre nosotros presencias que no eran del barrio. Tuve la sensación de gente de civil dando vueltas.

A la noche, no fui a cenar con unas amigas para llegar temprano a casa porque supe de detenciones arbitrarias (si es que alguna no lo fue) en la zona del anexo. Quise llegar rápido y guardarme. Sí, como si mi barrio estuviera sitiado. Cuando supe que la gente del anexo fue amenazada por gendarmes al verlos sacar fotos de lo que estaba pasando, entendí que el tipo que me chistó desde adentro del anexo el miércoles, cuando me puse a sacar fotos, me quería decir que me cuidara, que no fuera boluda, que no sacara fotos.

En la vida, pensé que esto iba a pasar. Y me dirán, pasó el 2001 y lo viste de cerca. Juro que no había tanto personal de las fuerzas en la calle. Nunca vi esos chalecos, ni esas armas. Nunca vi a tantos. Nunca.

Y todavía hay periodistas que desvían la mirada y que se atreven a echarles la culpa a los diputados que reclamaban por la represión que se daba afuera.

viernes, 20 de octubre de 2017







La pregunta sobre tu paradero ya fue respondida. Nadie más podrá decir que te vio en tal o en cual lado.

Sin embargo, quedan algunas otras preguntas a ser respondidas.

¿Qué te pasó?
¿Quién fue?
¿Cómo lo hicieron?
¿Dónde sucedió?

Espero que nos puedan responder pronto qué mierda te hicieron, chiquito.

Me intriga saber si otra pregunta que me viene será respondida. ¿Se hará justicia? Estela dice que sí, que siempre ella tiene esperanza. Por el momento, voy a tratar de creerle a ella.

viernes, 1 de septiembre de 2017

1984

El Ministerio de la Abundancia habla de lluvia de inversiones.
El Ministerio de la Verdad dice que ganó Bullrich.
El Ministerio del Amor desaparece a Santiago Maldonado.
El Ministerio de la Paz dice que estamos en guerra con los Mapuches porque mataron a nuestros Tehuelches.

Orwell llora.

viernes, 9 de junio de 2017

Decía Vinícius de Moraes "A vida é a arte do encontro, embora haja tanto desencontro pela vida"

Tengo dos habilidades raras, pero que me gustan. Una es la de soñar embarazos, anunciárselos a la personas con las que sueño y que, meses después, me digan que quedaron embarazadas o que van a ser papás.

La otra es la de encontrarme con gente que conoce gente que conozco de otros ámbitos o de otra época. La última y más extraña que me pasó, fue a fines de 2015 o de 2016. Me dio la curiosidad de encontrar en face a los hijos de mis padrinos. Tuve suerte, la encontré a ella. Me puse a ver entre sus contactos si estaba mi madrina, para poder ver cómo es ahora, ya que la última vez que la había visto había sido como en otra vida. Y, oh, sorpresa, entre los contactos de la hija de mis padrinos, encontré a una compañera del cole. Lógico, lo primero que hice fue escribirle y preguntarle.

Y me contó que, de adolescente, había sido amiga de la prima. Y me hablaba de mi madrina, de lo buena onda que era con ellos, del departamento de ella, del recuerdo de esa casa hermosa en Lanús, de lo buena onda de Analía, de mi padrino...

Pero esas habilidades que me gustan, encontrar gente, anunciar embarazos (encontrar vida), se ve compensada por una que no me causa gracia. Dos veces, pude presentir la muerte de alguien con algunos meses de anticipación. La primera, fue a fines de 2011, mi papá me miraba desde la puerta de su departamento mientras yo esperaba el ascensor para irme. Lo miré y supe que se iba a morir. Me fui llorando hasta mi casa, se lo dije llorando a mi mamá. Cinco o seis meses después, lo internaron, salió, lo volvieron a internar. Un día, desperté y me dije "murió". Como tenía que ir a rendir un examen, pensé qué hubiera querido él, así que fui y lo rendí. Volví a casa, pasó una hora, me llamó mi mamá. Había muerto. Curioso, murió una o dos horas después de haberme levantado con la certeza de que estaba muerto. Me gusta creer que me vino a visitar antes. No terminaría más si contara las de veces que sé que vino después.

La segunda, fue con mi padrino. Creo que fue el único amigo real que tuvo mi papá. Hacía mucho tiempo que no lo veía, creo que la última vez habrá sido en 2008 o 2009. Obvio, estaba con mi papá. Mi papá le hablaba de los muertos recientes que tenían en común, se enojaba si Raúl no los recordaba o no recordaba algún dato recóndito que solo podía acordarse él. A fines de 2015 o principios de 2016, sentí que había fallecido y empecé a romperle las bolas a mi madre para que llamara y averiguara algo. Se resistía, creo que por el miedo de que tuviera razón una vez más. Pero seguí rompiéndole las bolas hasta que lo hizo. No sé si en junio del año pasado o por ahí. Se alivió. Estaba vivo, internado, pero vivo. Seguí rompiéndole las bolas. Obvio, para ir a verlo antes de que falleciera. Me dijo que me sacara esas ideas de la cabeza.

Este último 31 de mayo, cuando apagué la luz para dormirme, me empecé a acordar de él. Lo raro es que de su mano vino mi papá y comencé a recordarlos juntos, qué cosas tenían parecidas, cuáles no. Y, sin darme cuenta, les dije a ambos lo que siempre le digo a mi papá "saludos, donde quiera que estén, sepan que los quiero". Al día siguiente, que habría sido su cumpleaños, vi un post en face en que celebraban su cumpleaños. Vi comentarios que me alertaron, le pregunté a la hija y, efectivamente, había fallecido en septiembre del año pasado. Sin saberlo, la noche anterior, lo había saludado con la absoluta certeza de que ya no estaba.

Una de las primeras personas a las que se lo dije fue a mi compañera del cole. Supongo que, como yo no podía parar de llorar, necesitaba compartirlo con alguien que supiera de quién hablaba (más allá de mi mamá y de mi hermana). Busqué fotos de él, que tengo en mi escritorio. Las llevé al cole, se las mostré a Egle.

Esta tarde la vi, me preguntó si tenía noticias. Y sé que esa pregunta sirve para que hablemos de gente en común que pobló nuestros pasados, gente que pasó por nuestras vidas en buena manera y no en vano.

Lamentablemente, mi relación con Raúl y con mi papá era como la del padre de la publicidad que le enseñaba la teoría de la relatividad al hijo con una mirada. Como le dijo hace poco un vasco a mi amiga Inés, "ella es de campo, si te recibe en su casa, es una demostración de cariño, no esperes más".

Como escribió Galeano una semana después de haber desaparecido su amigo Haroldo (Conti), "yo ya no tengo cómo decirle(s) que lo(s) quiero y que nunca se lo dije por la pereza o la vergüenza que me daba".