Buenos Aires era el invierno,
las palomas de la plaza,
un pasillo largo en cuyo final
la Yaya nos estaba esperando,
una caja de galletas Surtidas,
un tazón de leche,
los tickets del alba y yo,
perdida en una esquina.
Buenos Aires es
la otra orilla del Paraíso,
gente a toda prisa,
el calor y las lluvias de un verano lejano,
melancolía y maravilla,
mi pequeña Galicia en Avenida de Mayo,
Galán que me mira intensamente
y un conjunto de caras detenidas en el pasado.
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