Estaba saliendo de comprar en Coto y el de seguridad, haciéndose el galante, me dijo "¿no es mucho para una señorita?" y le dije un seco y rotundo "no".
Mi mamá me hubiera dicho que así jamás voy a conseguir pareja. Supongamos que el muchacho hubiera sido Antonio Banderas, me dice esa frase, me hago la dulce y débil mujer, ¿cuánto tarda en darse cuenta de que no soy el sexo débil?
Porque no soy el sexo débil, ni delicado, ni femenino, soy mujer. Porque si estuviera embarazada, con vómitos, dolor de espalda, con miedo al parto (según dicen el dolor más alto que existe), cansada del peso de la panza, no debería quejarme porque es parte de la "naturaleza" femenina. Si tuviera que cargar a un pibe de 10 o 15 kilos porque lo tengo que llevar al médico, tampoco nadie me diría nada porque el amor de madre me haría estar obligada a hacerlo.
Sin embargo, cuando voy a la veterinaria y compro alrededor de 10 kg. de productos, me preguntan si puedo sola. Cuando voy a Coto, me preguntan si puedo sola.
Supongo que más de uno se habrá quedado pasmado el día que, con sus 68 años a cuestas, mi mamá le dio un zurdazo en la cara al pibe que le quiso afanar la cadenita de oro y lo dejó turulato, y salió corriendo.
Gente, cambiemos el concepto. Tengo fuerza y me hago mierda los brazos sola. Me cuego una bolsa de mercado repleta en cada hombro y acarreo otras dos bolsas en la mano porque puedo hacerlo. Me da el cuero.
Es hora de cambiar mentes. Ser el sexo débil hace pensar que necesitamos depender de la fuerza masculina para defendernos ante el mundo.
Por favor, conmigo no.