Hay noticias que pueden dejarnos en shock y traernos buenas cosas al mismo tiempo.
Esta mañana, me desperté con la muerte de Facundo Cabral y, aunque no me fascinara, me sentí un poco huérfana. Me resultó extraña esta sensación, precisamente, por no ser una seguidora ni remotamente. Estaba un poco triste por otros motivos. Y, claro, no pude evitar recordar los discos que hizo con Alberto Cortés y los chistes que contaba, y mi época de secundario (en esa época, los hicieron), época difícil de mi vida, y de Carlos Gauna, uno de esos amigos que trascienden el tiempo, los lugares y las vidas porque van con nosotros dentro y podemos reírnos como la primera vez. A él, le gustaba mucho y recuerdo que recitaba partes de las cosas que decía Facundo Cabral.
Hace un rato, recibí un correo de Carlos, hace dos años por lo menos que no sabía nada de él porque Facundo Cabral lo hizo acordar de mí. Y me decía breve y simple, como Carlos es:
"Es rara la sensación me conecta con algo hondo. No se...estoy triste y contento. Agradezco haberlo conocido.
Me acuerdo de la libertad que emanaba.
ME acorde de vos pro eso te comparto. Gracias Mariana".
Debe haber sido grande quien genera tristeza, alegría y que emanaba libertad y quien conecta a dos amigos que llevaban tiempo sin hablarse. Y ya no supe si lloraba por mis tristezas, por la muerte de Cabral o por la alegría del recuerdo de Carlos.
Hay personas que valen la pena y que uno merece llevar siempre consigo, más allá de las fronteras, del tiempo, de las diferencias porque son únicas, irremplazables, maravillosas y porque llevan el mundo en sus almas, la libertad en sus sueños y el amor en sus manos.
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