Dicen que los nombres determinan la personalidad. No podría decir si esto sucedió con Galán, mi perro, porque ya llegó grandote. De cualquier modo, voy a contar un poco la historia de su nombre.
Cuando se murió Cuqui, siempre pensé que la próxima vez que tuviera un perro tenía que ser perra, chiquita (para poder manejarla en casos de urgencia) y que se iba a llamar Pasionaria, ya que por una cuestión de superstición no le podía poner Inés (dicen que es mal augurio ponerles nombres de personas a estos animales). Pues bien, cuando llegó él, fue todo lo opuesto: perro, grandote y le tuve que poner Galán, apodo del personaje masculino de Inés y la alegría (Almudena Grandes). Este personaje es del PCE y actúa en la guerrilla del Val d'Aran.

Hoy, en este estado pleno de libertad, decidió que quería ir a pasear a la plaza del Congreso que desemboca en Avenida de Mayo, siempre el límite era la otra plaza. Insistió así que allí fuimos. Pude ver, gracias a él, que en esa plaza viven familias en carpas o en estructuras pequeñas improvisadas con maderas y bolsas de basura. Si bien sabía que, en la otra plaza, viven muchos hombres, ver a estas familias que, para mí, estaban invisibles, fue paralizante. Galán me hizo ver una realidad que desconocía en mi propio barrio. Galán, mi perro callejero, me hizo ver que había que hacer algo. Mi única reacción fue decirle que iba a comunicarme con la Red Solidaria para ver adónde hay que llamar para ver si les dan un lugar.

Macri, te presto a Galán para que te lleve de paseo y te enseñe un poco la otra realidad.
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