Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).
F(h) Consultora en PYMES y ONGs
jueves, 15 de agosto de 2013
Las edades de la vida
Estoy escribiendo esto muy temprano en la mañana. Debería estar arreglándome para ir a la facu, pero me gusta detenerme en mis instantes eternos creados por mi propia voluntad.
Siempre pensé que la edad no es algo cronológico, que indefectiblemente vamos a la muerte, pero que importan las ganas que les pongamos a las cosas, la capacidad de emocionarnos, de enojarnos, de sorprendernos que le pongamos a la vida.
Ayer, me encontré con que alguien de 50 me decía que yo había nacido cuando él/ella tenía 18 años. Y solo me pensé a mí de bebé como algo inexistente y a él/ella con 18 ni siquiera me lo/la pude imaginar porque no sé cómo era a esa edad. Le dije "eso fue hace mucho tiempo". Lo tomó como una expresión de que yo me sentía mayor y me preguntó si es que ya me sentía grande. Mi respuesta fue "siempre me voy a sentir de 15, como todos en la familia, de 15 hasta la muerte".
Y es que si uno se deja derrotar por el tiempo, va matando sueños, se acostumbra a esos paraísos que se inventa, no se cuestiona su vida, no piensa cómo cambiar y se encierra en burbujas de pseudoperfección. Y la vida es cambio, constante. Muerte y resurrección. Por suerte, podemos cambiar el modo de pensar, de actuar, incluso de apariencia.
Creo que uno tiene posibilidad de vivir múltiples vidas dentro de la misma. Siempre digo que voy por la cuarta o por la quinta. Cuando me hablaron de hace 32 años, época en la que nacía, era como si me hablaran de alguien que ya no conozco, de eso que solo se ve por fotos.
Uno debería tener más claro eso de que la edad no marca pautas. De que la vida se marca desde lo que se siente y desde lo que se puede (siempre puede haber impedimentos). Uno puede tener amigos mucho menores (como la gran Inés) o algo mayores que uno (como la genial Dulcinea). Lo que importa es el encuentro de las almas, la sintonía del tiempo.
Como me dijo mi inconsciente el otro día en un estado de semivigilia, si permanecemos en este paraíso parados, nunca saldremos a buscar una estrella.
miércoles, 7 de agosto de 2013
Capitanes del asfalto
Acabo de ser "asaltada". Se me acercó un nene que no tendría más de 13 años, de esos que tienen todo el aspecto de ser adultos, uno de esos capitanes de la arena de Jorge Amado.
Se me acercó y me dijo que no me iba a robar, que quería dinero porque tenía hambre. En cuanto me dispuse a abrir mi billetera, insistió con que no me quería robar y agregó que no me iba a lastimar. Mientras me decía eso (tal vez sin querer) comenzó a jugar con un encendedor. En ese momento, me empezó a correr miedo por el cuerpo. Saqué 20 pesos y me dijo que no, que quería un billete más grande. Le dije que no tenía, pero como hizo gesto de desaprobación mientras se iba, le ofrecí 10 más.
El muchacho que estaba antes que yo en la parada del colectivo solo atinó a decirme que yo estaba primera. Y yo tuve muchas ganas de llorar.
Ganas de llorar porque me sentí miserable, porque no soy yo quien tiene que sentir miedo de ese nene, sino él tener miedo de la sociedad que lo excluye y que no permite que esté en el colegio, jugando con sus amigos al fútbol y teniendo una buena vida. Y tras haberlo dejado así, nos atemorizamos con él como si fuera algo monstruoso.
Todavía, no sé si el modo que tuvo de hablarme fue para que me sintiera intimidada o si lo hizo porque ya muchos huyeron de él. Solo sé que él seguirá viviendo su vida, todo lo corta que sea, aclarando que no quiere robar y que tiene hambre, y seguirá siendo observado de costado o ignorado por completo.
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