Hoy, cumplo mi primer cuarto de vida, sí, espero llegar a los 120, por lo tanto, me siento muy joven todavía, recién comenzando mi carrera contra el tiempo.
Este último año me dejó cosas de las más diversas, desde un trabajo hasta una enfermedad que mi perro acarrea con valentía caballeresca, aunque ya me esté diciendo adiós.
Me encuentra con dos nuevos seres para amar, no equiparables, que son mi sobrina que ya va para el año y Jacinta, que creo que es a quien Cuqui le va a delegar mi cuidado, fue ella la que me guió a su encuentro.
En el plano del conocimiento, ahora sé decir algunas cosas en vasco y, respecto del otro conocimiento, del cotidiano, quiero que todo me rompa menos las bolas, aunque la casa sea un caos.
En la música, ese paraíso tan mío, encontré a mi amado Ismael. Nada para agregar "ahora es el momento de volver a empezar, que empiece el carnaval"...
En literatura, debería hacerle un monumento a Almudena, gracias por tanta Inés.
Y, aunque suene muy señorita maestra, encontré un montón de alumnos que me hacen reír, incluso, en los peores momentos, aunque ellos no lo sepan. Si se sienten muy sumergidos en la realidad, no duden en hablar con un adolescente, saben mucho más de la vida. A veces, se cree que son tontos, que la edad del pavo y, sin embargo, tienen más sensibilidad con el mundo que muchos adultos.
Y, como me dijo mi madre hace más o menos 10 años, la vida me sensibilizó y lloro por cosas que antes no me movilizaban.
Hoy, brindo por todos los que supieron estar conmigo aun estando en un mal momento de sus vidas. Gracias.
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