Me reí. Lloré. Me eché en la butaca con los ojos cerrados a escuchar la música como si estuviera en el living de mi casa.
Lo más maravilloso del mundo es la música o una de las cosas más maravillosas.
Descubrí que, aunque haya pasado un poco más de un año del fallecimiento de mi papá, cada vez que escuche en vivo "Te vas" o "Mañana porteña en Madrid" no voy a poder evitar que las lágrimas me caigan sin parar.
Y es que lo mejor que tienen los poetas es poder decir nuestros sentimientos en modo en que nosotros jamás podríamos hacerlo.
Gracias, Ismael Serrano, por una noche más. Y ya me adelanto y te agradezco por todas las que vendrán desde hoy hasta que seamos muy viejitos todos y sigamos coreando tus canciones.
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