Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

jueves, 22 de diciembre de 2016

ACRIBILLARON A UN PIBE DE MI BARRIO
la inseguridad acecha
ACRIBILLARON A UN PIBE DE MI BARRIO
nunca lo vi tan de cerca
ACRIBILLARON A UN PIBE DE MI BARRIO
no había opuesto resistencia
ACRIBILLARON A UN PIBE DE MI BARRIO
quizás, estudiante, quizás, laburante, no lo sé
ACRIBILLARON A UN PIBE DE MI BARRIO
y no llenaron durante horas las pantallas con su historia
ACRIBILLARON A UN PIBE DE MI BARRIO
estaba con las manos en alto
ACRIBILLARON A UN PIBE DE MI BARRIO
no fue en un asalto, no
LO ACRIBILLÓ LA POLICÍA

martes, 9 de agosto de 2016

Colecciono casas irreales y embarazos imposibles.
Los cambio por estómago en buen estado
y alguna que otra vértebra flexible.

domingo, 7 de agosto de 2016

Como una plegaria

Abrió los ojos, aunque ya los tuviera abiertos. Comenzó a escuchar rumor de gente en la puerta. Algunos lloraban e imploraban antes de entrar. Se sintió confundido, nunca pensó que tanta gente lo esperaba. Miró al niño, pensó qué hacer con él. No tenía dudas, lo cuidaría un momento Mario. Bajó del pedestal, se acomodó la ropa y pensó que, si bien había estudiado leyes, debía hacer una actualización en Derecho Laboral.

Al encontrar a Mario, le dijo:
- Mario, necesito salir un momento. ¿Me cuidaría al niño?

Mario no contestó, simplemente no podía salir de su asombro. Tomó al niño sin borrar el gesto de sorpresa de su cara.

Lo curioso fue que los fieles, al ingresar, no percibieron que en su lugar había ubicado alguien similar. La desesperación era tanta que solo atinaron a tocarle los pies a quien estaba ahí, pedir, rezar, llorar.

En el tiempo que pasó entre la medianoche y la finalización de la ceremonia, él fue a reunirse con militantes políticos, sociales y gremiales. Se dio cuenta de que ya no eran suficientes las organizaciones de beneficencia, que los tiempos habían cambiado; y decidió involucrarse. Pidió ser uno de los oradores al día siguiente. Como no lo conocían, tuvo que hacer uso de sus mayores poderes de oratoria. Los convenció. Casi como un milagro.

En la mañana, luego de la ceremonia, multidud de personas se reunió en la puerta del santuario. Él estaba espectante. El gentío con sus banderas lo emocionaba mucho más que con sus llantos. Se daba cuenta de que la organización popular era la solución y no el milagro individual. La organización colectiva era el verdadero milagro.

Estaba nervioso, era su primera movilización. Muchos preguntaban quién era ese señor de barba candado y sotana negra, mezcla de estudiande de Filo y cura. Alguien, en la movilización, como último acto de fe, se puso a repartir estampitas para aquellos que necesitaran empleo y un milagro más.

Al llegar a Plaza de Mayo, los oradores se fueron sucediendo. El problema radicaba en cómo presentar a este señor que decía haber venido de muy lejos, pero que nadie conocía. No supieron. Así que simplemente, dijeron:

- Damos paso al último orador.

Subió. Estaba entre emocionado, nervioso y feliz. No supo cómo empezar. De hecho, tardó un momento antes de reaccionar y ver a esa multitud pidiendo trabajo, entre otras cosas. Pero comenzó:

- Mi nombres es...

Y se vio interrumpido por un rumor. Personas que se miraban entre sí, que alzaban una estampita en la que se encontraba con un niño en brazos y una espiga. Era él, los había acompañado a reclamar lo que tantos le pedían. Estaba de pie, estaba vivo, reclamaba por paz, pan y trabajo.

martes, 2 de agosto de 2016

Lo peor ha pasado

Qué es un desengaño
un mal día
un mal año
si lo peor ha pasado.

Qué decir si mis planes no se cumplen
si no triunfo
si no encuentro el rumbo
si lo peor ha pasado.

Cómo no seguir adelante
no levantarse
no batallar
si lo peor ha pasado.

Lo peor ha pasado
no lo dudo
lo recuerdo
en junio, agosto y mayo
lo peor ha pasado.

Para el resto solo resta
decir adiós
levantarse
empezar de nuevo
porque, definitivamente,
lo peor ha pasado.

sábado, 30 de julio de 2016

Arde Buenos Aires

Tristeza infinita. Por varias cosas, especialmente, por mí. Sin embargo, no puedo dejar de ver lo que sucede alrededor, aunque esta semana más que nunca quisiera poder abstraerme y solo hacer comunión con mi alma.

Estando en Mendoza, elogié la limpieza. Es algo que hago frecuentemente cuando voy a otros lugares porque, evidentemente, la ciudad en la que vivo (¿mi ciudad? ¿Buenos Aires llegará algún día a ser mi ciudad? ¿algún día dejaré de sentir que estoy de paso?) no lo es. Debo confesar que me miraron un poco raro porque, en algún lugar, había un vasito en el piso (¡un vasito!).

Cuando yo era chica, pensaba que Posadas vivía sucia. Era una sensación, Posadas no era sucia era natural. Recuerdo que era imposible limpiar los muebles porque se llenaba todo muy rápido de tierra y, en la calle, sucedía lo mismo. La tierra roja está presente, la naturaleza no se deja dominar del todo. Sin embargo, era una ciudad limpia.

Las ciudades hablan de sus habitantes. A veces, me avergüenza que Buenos Aires hable de mí. Con solo sacar a pasear a Galán, lo que veo todas las mañanas son veredas rotas, mugre y más mugre y más mugre, deposiciones de perros cuyos dueños no levantan, pis de perro marcando las paredes o lo que venga (porque los dueños los dejan), pis de humanos (trasnochados y no), botellas rotas (a veces, hay que sortearlas para que el perro no se corte), basura desparramada, cosas flotando en el agua de la fuente, y podría seguir.

No es tanto la mugre lo que me inquieta, sino que, así como somos abandonados con el mobiliario, lo somos con la gente que habita en ella. Cada vez, hay más gente viviendo en la calle, gente que depende de la buena voluntad de otros para comer. Podría enumerar a gente a la que observo constantemente y lo hago porque, si un día no están en su lugar habitual, no voy a pensar que están mejor sino que les pasó algo. Y es muy triste escuchar cosas como "ojalá que enrejen la plaza porque se te instalan", "de noche no saco a pasear al perro porque los que están ahí te roban" y, como fue desde siempre, el pobre es el delincuente (basta leer el Lazarillo de Tormes). Porque se olvidan de que son seres humanos que sienten, piensan, sufren, aman, lloran, ríen, comen igual que el resto.

Y duele. Buenos Aires es una ciudad que duele cada vez más. Así como las casas son el reflejo de nuestro interior (el mío, claramente, como dice la compañera Belén es barroco, pero no soy tan enquilombada como mi casa), las ciudades lo son de nosotros. ¿Podría alguien que vive en el medio de la mierda y el abandono tener buena energía para relacionarse con los demás? Entonces, ahí, tenemos la explicación de los bocinazos, las respuestas de mierda, la gente de mierda la violencia, este arde Buenos Aires...

¿Qué te hemos hecho Buenos Aires para que tus aires se transformen? ¿Cuándo te robamos el alma?

Como ya dije, debe de ser eso que decía Macunaíma, para entrar a las grandes ciudades hay que dejar la conciencia en la Ilha de Marapatá. No sé si es posible seguir persiguiendo acá la muiraquitã.

miércoles, 27 de julio de 2016

Mendoza - Ir y quedarse y con quedar partirse

Macunaíma al entrar en San Pablo deja su conciencia colgada en la Isla de Marapatá. Evidentemente, esas cosas que uno no necesita en las grandes ciudades. Ni eso ni el alma. Es por eso que al ir a lugares pequeños uno necesita recuperarlos.

Siempre sostuve que uno el ritmo interior y la temperatura interna las aprende de chico. No me importa que me digan que mi acento es de porteña o que soy porteña, sé lo que soy. Mi padre me enseñó a no olvidarlo. La memoria es un ejercicio constante, como el amor y la morriña gallega, incluso, ayuda a engrandecer lugares. Posadas me dio la vida, los juegos en la vereda, mi ritmo interior y mi temperatura.

Cuando viajo a lugares más pequeños, suelo recuperar estas dos últimas cosas. Llevo desde el domingo intentando entrar en la velocidad porteña, en sus horarios y en su ansiedad. En cambio, consigo andar muy despacio, sin prisas. La temperatura es algo que no pierdo nunca, la pasé mal con el frío mendocino como lo paso mal con el porteño. Uno se da cuenta de que tiene huesos. Eso para alguien que usó campera por primera vez a los 7 u 8 años es exceso.

Mendoza no es el lugar más hermoso del mundo. Sin dudas, no lo es. No se ofendan mendocinos, Posadas es quizás menos linda ciudad aún. Sin embargo, tiene un algo y es que no pude evitar pensar en Posadas, por sus calles, por sus horarios; aunque no se parezcan en casi nada.

Si tuviera que recomendar un lugar para viajar, podría enumerar otros varios antes de esta ciudad. No es un lugar al que le pueda adjudicar un color, un aroma ni una música. Por ejemplo, si tuviera que hacer eso con Misiones diría rojo y verde, el aire huele distinto, la música del Chango. Sin embargo, tiene dos o tres lugares que valen la pena (conocí poco, debe de haber muchos más): la plaza Independencia que tiene un monumento precioso (me venía "Carito" de Gieco a la cabeza) y el Cerro de la Gloria. Y una cosa que habla super bien de sus habitantes: los perros callejeros son felices, la gente les da comida y amor (y la limpieza, sin dudas). Pocas cosas embellecen tanto a una ciudad como el cuidado que se tiene por lo propio. Y algo que me fascinó es esa presencia sanmartiniana por todos lados, para mí, que soy casi su fan, no es poco.

También, tiene esas cosas que la hacen única y, quizás, esas son las cosas más bellas de un lugar. Los semáforos que no se entienden y las acequias. Agradecí que mis viejos no hayan ido nunca a vivir a Mendoza porque, con los genes torpes que circulan en mi familia, hubiéramos terminado lisiados todos en forma muy temprana. Entendí, además, los tiempos que maneja mi médico y, ahora, trataré de enojarme menos con él (aunque me resulta imposible enojarme porque le tengo mucho cariño).

De Mendoza, quizás, me llevo algo mejor. Haber consolidado una amistad. No fue gracias a los motivos más agradables de universo, pero descubrí que, en ocasiones, reírse con amigos es lo único que sana heridas (y si no las sana, por lo menos, pasás un buen rato).

Si bien ir fue un sueño cumplido, creo que desde enero estaba con ganas de ir, no sé si repetiría. Preferiría ir a Córdoba en la próxima ocasión (alguien me habló hoy de Córdoba y no la puedo olvidar). Quizás, no es raro que durante mi estadía en Mendoza haya danzado por mi cabeza la canción "no es lo mismo Córdoba sin ti" a repetición.

No es el lugar más bello del mundo, sin dudas. Sin embargo, no pude evitar llorar al irme, como me sucede cada vez que me voy de un lugar. Eso, por un lado, sé que es deformación gallega del desarraigo, del no poder soltar los lugares, de sufrir con lo lugares que dejamos, de amar una tierra por sobre todas las demás y amarlas a todas por igual, de "Ir y quedarse y con quedar partirse"; pero, también, debe de ser la forma de volver a dejar la conciencia y el alma fuera, lejos de una ciudad que ignora qué son esas cosas, de una ciudad que no necesita lágrimas, abrazos, sueños, ni alma.

Hasta el próximo viaje, en el que necesite vestir mis sentimientos nuevos.

jueves, 14 de julio de 2016

Hay alguien que debe de estar aprendiendo nociones de república y de democracia (como de aumentos de tarifas, ya dijeron que están aprendiendo). Porque si de algo nos valió la independencia, que nuestros próceres pelearan por ella, es tener esto que tenemos hoy y poder elegir a alguien en octubre y, siete meses después de asumido, hacerle una protesta.

Hoy, sí creo que hay mucha gente con angustia y con miedo por no poder pagar los impuestos y pasar frío, por no poder llevar un plato de comida a la mesa, por no poder vestirse, etc. Sin embargo, querido presidente, esa gente con su angustia sale a la calle. Usted, querido presidente, estará lamentándose en este momento de que no le podamos decir "querido rey".

En este momento, sí puedo decir "Feliz bicentenario de la independencia".

miércoles, 25 de mayo de 2016

Bermellón

El día comenzó como siempre. Tomé el desayuno, yogur con frutillas. Mientras lavaba las cosas del desayuno, en la mesada de la cocina, apareció una vaquita de San Antonio. Era señal de que el día sería bueno. Antes de salir de casa, me pasé lápiz labial en la boca.

Una vez en la escuela, tuve mucho trabajo como siempre. Sin embargo, tuve tiempo de almorzar. No, carne no, porque soy vegetariana, sino pastas con tuco. Luego de almorzar, al lado de mi cartera apareció una manzana con un cartel: "Esta es la fruta de la pasión. ¿Sabés quién soy?". No. No sabía quién era. Pero miré a mi alrededor y alguien me miraba desde atrás de unos anteojos cortazarianos.

Fui a un aula a dar clases y, luego, volví a sala de profesores. Dejé un momento mis cosas en la mesa para ir al baño y, al volver, encontré una rosa con un cartel. "Yo de nuevo. Te llegará una rosa cada día. ¿Sabés quién soy?". Sin embargo, levanté la vista y estaba sola, no había nadie a mi alrededor... pero... pero en la otra mesa había un par de anteojos olvidado.

Cuando el día de trabajo se terminó, salí de la escuela para volver a mi casa. Al salir, un hombre que usaba anteojos cortazarianos me esperaba. Estiró las manos y, en ellas, estaba su corazón. Mientras hacía esto, sonaba una canción "te cambio tu corazón por el mío para mirarlo y mirarlo". Sorprendida, me llevé la mano al pecho y, al darme cuenta, en ella, estaba el mío latiendo. Miré al hombre, nuestras manos se entrelazaron y comenzamos nuestro camino.

martes, 10 de mayo de 2016

Adiós Galicia, adiós

Hace cuatro años, llovía. Me desperté a eso de las 6 porque tenía que rendir un parcial de Antropología. No bien abrí los ojos, me dije "se murió pá". A partir de ahí, pensé qué querría él que hiciera si que fuera a rendir o no. Y, por supuesto, fui a rendir como él hubiera querido. Eran las 9 y pico cuando salí no había noticias aún de nada, así que supuse que no habría sucedido nada. A eso de las 10, me llamó mi mamá porque quería preguntarme algo y me pidió que fuera a la casa. Ese fue su engaño para poder decírmelo cara a cara y no por teléfono. Había fallecido hacía poco rato. Yo ya lo sabía. Solo que a la hora que yo pensé que estaba muerto aún no lo estaba, quizás, no lo estaba del todo. Me gusta pensar que vino a visitarme, a darme el último adiós y por eso lo supe.

De las mejores cosas que me dejó fueron su cultura y su orgullo de ser gallego. Lamento que no me haya enseñado a hablar su lengua, aunque a lo mejor es que yo no la aprendí. Para él hablar gallego era un acto de militancia, en cierto sentido. Cada vez que se cruzaba en Buenos Aires o donde quiera con otro como él, nunca hablaba en castellano, aunque su interlocutor prefiriera responder en castellano. No cambiaba la lengua esperando que el otro lo hiciera. Una vez, uno siguió hablándole en castellano y me dijo a mí "este es un gallego de mierda que reniega de su lengua, de dónde vino que me habla en castellano". Era tan fundamentalista de su idioma que con los brasileros también hablaba en gallego, aunque, a decir verdad, no le entendían mucho. Una vez, él, que había ido poco a la escuela, pero un gran estudioso, me dio la mejor definición de lengua madre. Le había preguntado en qué legua soñaba, contaba y pensaba. Él me dijo "en gallego, en qué voy a hacerlo, si el gallego es la lengua con la que me dio de mamar mi madre". Le encantaba hablarme de la poesía de su tierra y me dijo que sus libros serían para mí cuando no estuviera.

Una vez estuve en Galicia. Era tan chica que no me acuerdo de nada. Sin embargo, siento que me crió en Galicia. A tal punto amaba su tierra y hablaba de ella que siempre pensé que no podría nunca irme a vivir a otro país porque ya sufrí mucho el desarraigo de él. A tal punto amaba a su tierra y hablaba de ella que el día que se murió lo primero pensé es que se había muerto Galicia.

miércoles, 4 de mayo de 2016

En 1999, pisé por primera vez Filo. Iba para abogada, pero un amigo me dijo que, como me gustaba escribir, tenía que seguir Letras. No lo pensé. Le hice caso.

Me espantó casi todo lo que vi. Pero terminé el CBC. Etapa superada. Al ingresar a la carrera, me espanté más. La burocracia, sobre todo. Las vueltas para conseguir cosas. Las fotocopias del CEFyL mal hechas. Cuando terminé, que me faltaba una firma en acta y a perseguir a la docente para que firmara.

Podría citar mil recuerdos en cada una de las partes de esa facultad. Soy tan mayor que tuve a Sileoni, nuestro ex ministro de educación, de profe. También, recuerdo estar en clase de Sociología al día siguiente del accidente de Lapa. El 11 de septiembre de 2001, luego del ataque a las torres, tuve clase pública (como ahora, ¿viste?) en Primera Junta bajo una garúa finita. En el mundial del 2002, tuve clases durante el partido Argentina-Inglaterra. Salía de clase de griego cuando me enteré de lo de Kosteki y Santillán, sin celular, solo pensaba en llegar rápido a casa para ver si mi hermano, el militante, estaba bien. Gracias a Filo, hoy, tengo una hermosa ahijada, porque ahí conocí a Noelia, con quien tenemos recuerdos muy fumones (¿te acordás del día que el viejo nos dijo si veniamos del Olimpo o algo así?).

Mi amor por el Quijote no me llegó por Filo, no. Me llegó por mi papá, pero Filo me llevó a construir una relación casi patológica con él (quijote, no con mi papá).

Cuando entré, decían que la cerraban o que se iba a arancelar. En 2001, recuerdo las mismas situaciones. Casi pierdo el segundo cuatrimestre por tantos paros. Lo peor fue ver compañeros que dejaban de ir a la facu porque no tenían un mango ni para el colectivo.

Tuve profesores excelentes y de los otros. Pero prefiero recordar a los excelentes. No quisiera olvidarme de ninguno y, quizás, con una lista peque de injusta. Pero voy a pecar. Arranco por la alegría que me da haber tenido de profe a un gran escritor argentino como Martín Kohan, tan buen profesor como escritor; Juan Diego Vila; Melchora Romanos; Gonzalo Aguilar, Mariano Rodríguez Otero, Lucas Margarit; Pablo Cavallero; Funes (un gran amor).

Amo ese lugar y amo la locura de esa gente. Gracias a los que nombré y a otros tantos hoy soy docente, tengo trabajo, me gano la vida con lo que ellos me enseñaron. Además de eso, me enseñaron lo más valioso que podían darme y que no me dio la escuela: me enseñaron a pensar.

No puedo menos que decir que quiero una UBA pública y gratuita, un boleto estudiantil para que todos puedan seguir yendo a estudiar (muchos hacen grandes esfuerzos como pasarse un dia entero en la facu sin comer para no gastar dinero que no tienen), y que a esos docentes, a esos grandes docentes, les paguen lo que corresponde, que los valoren como debe ser.

jueves, 24 de marzo de 2016

Resurrecciones

Por una cuestión cultural y familiar, soy católica. No es lo mismo que decir que soy creyente. No. Me criaron en los preceptos de la fe y considero que muchos de ellos son mal enseñados, que pierden lo importante de su significado esencial.

Para mi madre, el Viernes Santo siempre fue un día muy especial. Recuerdo verla llorar y necesitar su soledad. Para mí, esa importancia de reflexión y de comunión con el dolor, con el paso del tiempo, se trasladó a otra fecha, al 24 de marzo, mi Pascua.

Casualmente, es una fecha que suele caer cercana a las pascuas de resurrección. Y creo que de eso se trata. Uno de los aspectos mal enseñados de la religión, según mi entender, es la idea de resurrección como el volver a ver en vida. Está más que claro que la resurrección es el renacer de Cristo en quienes creen. ¿Qué quiere decir esto? Es el renacer de las buenas acciones, de poder dividir el pan y los peces que, más allá de la milagrería barata que nos venden, es el aprender a compartir lo poco o lo mucho que uno tiene con el que más necesita. Es el renacer de sus desafíos a los mercaderes y a la autoridad.

En ese sentido, creo que las marchas y recordatorios que se hacen en mi país para el 24 de marzo es nuestro vía crucis, nuestro volver a vivir, nuestro llamado a que los detenidos-desaparecidos renazcan en nosotros: su lucha por un mundo mejor, su dar al que menos tiene lo poco o lo mucho que se tenga, la necesidad de cambiar el país  y de volverlo mejor.

Creo que hoy, 40 años después, con los tiempos que se avecinan (no sólo en mi país), es necesario levantar sus banderas, aprender sus historias, difundirlas, y pelear porque esa consigna de Memoria, Verdad y Justicia no se vea reducida a solo dos palabras importantes como Verdad y Justicia, según las palabras del actual presidente (quien al remarcar la importancia, excluyó la palabra "memoria"). Porque reducir la consigna es dar lugar a que la teoría de los dos demonios resurja a nivel estatal. Y porque reducir la cosigna es perder eso, la Memoria.

Esta mañana, me levanté negada a pensar en todo esto porque sentí el mismo clima de hace 20 años. Es decir, sentí un retroceso en nuestra historia, un retroceso que no nos podemos permitir. Lo único bueno de esa sensación fue que recordé a mi hermana bajando de mi casa para ir a la marcha, creo que la primera a la que iba. Ella, quien me enseñó varias de las cosas más importantes de mi vida (sumar, restar, el alfabeto, atarme los cordones, mis primeras palabras en inglées), fue la que me empezó a enseñar sobre este hecho histórico y su importancia. De sus manos, me llegaron Recuerdo de la muerte (Miguel Bonasso) y La noche de los lápices. En su compañía, vi varias pelis sobre el tema, además de que la vi batallar junto a su compañera y amiga Florencia para que nos las echaran del colegio en el año 95 por haber colgado un hermoso cartel del Nunca más, que las cuadradas mentalidades del cole decían que habían colocado en modo estratégico para que todos los alumnos lo viéramos.

Hoy, después de mucho tiempo, quiso volver a la marcha (por razones personales que ella y yo sabemos). Hoy, después de mucho tiempo, pude decirle que reconozco en la persona que es ahora a la hermana con la que crecí.

Ni olvido ni perdón. Ni un paso atrás.

30000 detenidos-desaparecidos, presentes, ahora y siempre.

domingo, 17 de enero de 2016

No todas las avejas mueren cuando clavan su aguijón

Todos sabemos que las abejas clavan el aguijón como método de defensa y que mueren si no lo pueden retirar (se les desgarra el abdomen). Una defensa medio chota si se quiere.

Eso me hizo pensar que varios votantes macristas son como la abeja: clavaron el aguijón como defensa (su voto) y, luego, al no tener la fuerza suficiente para sacarlo se van a morir, metafóricamente hablando, es decir, van a caer del lugar en el que están.

No les va a pasar a todos sus votantes porque algunos tienen más resitencia, es como si le hubieran clavado el aguijón a alguien con la piel más fina que la de un humano y podrán seguir clavando el aguijón varias veces. O, tal vez, sean abejas reinas, que jamás mueren.

El tema con todo esto es que muchos que no somos abejas corremos el mismo riego que los que sí lo son.

En fin, los aguijones duelen como la reputa madre que lo parió.