En ciertas ocasiones, es necesario que haya alguien que tenga permitido llorar, ni ser el débil, sino alguien que tenga la suficiente sangre y cabeza fría para actuar. Llorar, quizás, en algún momento, cuando nadie te vea.
A los 10 años, sucedió lo inesperado, lo que no entra en tus planes, lo que te los cambia sobre la marcha. Mamá, desde ese entonces, me dijo que era necesario que yo supiera todo. Me llevaba con ella para que escuchara, viera y ayudara. Nunca me dijo "tenés que ser fuerte".
Como en el campo, me agarraba de la mano y me llevaba con ella. Nunca me preguntó "¿cómo te sentís?". Solo me decía qué debía hacer porque la abuela, quien me cuidaba cuando ella no estaba, se olvidaba.
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