qué buen personaje de novela sería Justa Villoslada Fernández, asturiana, nacida a finales del siglo XIX (murió el 26 de abril del 62 con 74 años), con poca educación o nula. Hija de madre soltera porque el padre no había querido reconocerla y, cuando el padre dio marcha atrás, la madre dijo que ese hijo era solo suyo. Por parte de ella, tenemos parientes que no lo son, apellido Alonso (nos evitamos lo de "Alonso, cuanto más grande más sonso") y dice mi mamá que hace unos años conoció a una Alonso pequeñita que era rubia como mi hermana de chica y entendió un poco por qué su hija era rubia.
Justa, mujer viuda a los 27 años, de su marido marinero, Santos (quien vea su foto y conozca a mi hermano puede creer que uno es la reencarnación del otro), quien fue llevado por la fiebre amarilla, si mal no recuerdo, algún hijo muerto de pequeño y, cuando finalmente tiempo después se estaba sacando el luto del marido, tuvo que enlutarse hasta el fin de sus días por la muerte de un hijo (Ricardo). Algunos de ellos, dos si no me engaño (Segundo y Ramón), uno seguro porque fue mi abuelo, estuvieron en la guerra. Cuidó a algunos de sus nietos, entre ellos, mi mamá. Con su hermano por parte de padre, no se hablaban pero se protegían cuando estaban en problemas, códigos de hermanos que saben que lo son, aunque no lo sean. Escuchaba la Pirenaica, la radio prohibida, estilo radio Colonia en Argentina en la época de los militares y, también, escuchaba fútbol y admiraba a Di Stéfano, la saeta rubia. Dos hijos emigrantes y una nieta también. El día en que ayudó a parir a una de sus nietas su segundo hijo, dijo que ya había hecho todo en su vida y que podía morirse, se recostó y no despertó.
Creo o supongo que estaría a favor de la República, lo intuyo o es lo que prefiero creer. De lo que no me caben dudas, es de que debe de haber sido una mujer excepcional, es decir, una excepción, una mujer que no necesitaría cortarse el pelo a la garcon para reinventarse.
A veces, me pregunto si tendré algo de ella.
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