Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

sábado, 26 de mayo de 2012

Todos los jueves muero un poco
aunque regreses por las noches para abrazarme
porque no estarás más para siempre,
la eternidad ha decidido acabar tus horas
ya sin tiempo estirando el hasta luego.
Descubrí que no tener ganas de vivir
no es lo mismo que desear la muerte
y que continúo para esperarte
aunque el retorno no sea más que una utopía
en forma de mariposa que no podré alcanzar.

domingo, 20 de mayo de 2012

Abril y mayo viajaban
casi tomados de la mano atravesando dolores
ajenos y propios
pasado disuelto en presente
infusión dolorosa hasta la muerte.
Posadas y adioses
manos tendidas en el medio de la tormenta
una niña que se va al más allá
recuerdos en forma de punzaditas de poesía
amores, destellos, fulgores
amigos de siempre
quijotes que me abandonan en el medio de la batalla
y yo
colgada del molino
pido a silencios que me rescaten
y huyo y vuelvo
y las palabras que matan poco a poco
y este domingo que se desvanece
y la estrellita que me tenía atada hasta ahora me suelta
me retorna a lo que no quiero
me devuelve
me escupe
y yo sola
tendida al pie del molino, magullada y sin sentido
sé que debo recuperar mi lanza
y salir como una Inés dando batalla.
Había despertado en la noche, no era una cenicienta corriendo sin su zapato. Quiso hacerlo, huir definitivamente del tiempo, pero se metió en él, viajó hacia un lugar recóndito y él la siguió. Supo mecerla, acunarla, decirle lo indecible del mundo, del tiempo, de las cosas, inventó lenguajes cuando el suyo se hacía finito, pequeño. Viajaron en la noche, sin rumbo, sin dirección, se supo la verdad por un momento y, al alba, como era de esperar se dijeron adiós.

Ella despertó y supo que él jamás había estado allí. El mundo volvía a su lugar, como siempre, de a poco, a los tumbos y ella decidió tomar su lanza y arremeter desde el suelo, herida de muerte, contra todo, contra el mundo.



viernes, 18 de mayo de 2012

No habrá más zorro ni olvidos

Jorge Semprún escribió un libro que se llama La escritura o la vida, libro en el cual cuenta su experiencia en un campo de concentración alemán. Allí, plantea el dolor que la escritura (memoria) del sufrimiento puede causar y como, durante mucho tiempo, silenció esa parte, intentó escribirla y, luego, la abandonaba porque el dilema era escribir o vivir.

Desde que se murió mi papá, hace ocho días, siento la necesidad de escribir y es una necesidad desgarradora, una necesidad que fui negando. Pero se acumulan imágenes, recuerdos y sensaciones y se agolpan en el pecho, vienen a la memoria como un vendaval.

Lo que más duele, quizás, es ver que él está en mí en muchos actos mío, presencia que antes no percibía. Hice conscientes muchas cosas mías que son suyas y que van más allá de lo físico.

Desde chica, por ejemplo, tuve (a veces tengo) una crisis de identidad respecto de mi origen. Sabía que efectivamente no era española, pero no conocía otras tradiciones que las de España, no conocía personas adultas que no fueran españolas. Entre todos los mitos que los niños tienen en sus cabezas, yo estaba convencida de que todo niño tenía un padre y una madre españoles, que todos los niños, por lo tanto, comían chorizo español y jamón crudo, y escuchaban a Manolo Escobar. Con mi escolarización, comencé a ver que eso no era así, que el privilegio del padre gallego y de la madre asturiana era mío porque así lo sentía, como un privilegio.

También, empecé a identificar gustos míos con horas compartidas con él. La televisión a toda hora es algo suyo. Pasé muchas horas viendo El Chavo del 8, El zorro, documentales, películas de Pedro Infante y muchos programas periodísticos. Gustos, todos ellos, que conservo. Con él, hablaba de lo que pasaba en Intrusos y en el Bailando por un sueño, hablaba de política entre café con leche y tostados, hablábamos de libros, de las lenguas (de la mía, de la de él y de las otras). Cuando conversábamos de poesía, era solo porque a él le gustaban mucho los poetas gallegos, de los cuales me enseñaba cosas sobre las formas de escritura.

El Quijote se lo debo a él. Cuando me anoté para estudiar Letras, pensaba seguir la orientación en lingüística, hasta que decidí leer este libro porque, cada vez que lo veía, lo estaba leyendo. Sin dudas, lo leyó más veces que yo. Y fue eso lo que me hizo cambiar de orientación y amar y coleccionar quijotes.

Él me llamaba para saludarme por las fiestas religiosas y por las fiestas patrias, por lo que este 25 de mayo me faltará su saludo. Como también, me faltará un compañero para ver El zorro porque sé que no podré volver a ver este programa porque sé que me va a causar un dolor muy grande.

Cada paso y cada palabra es dolorosa. Tengo la costumbre de hablarles a mis animales diciéndoles "pibito", palabra con la que me hablaba a mí cuando dejó el "cativa" de su lengua materna porque había crecido. Porque él era eso, el gallego más porteño cuando andaba por Avenida de Mayo y, entre su vocabulario, se colaban palabras gallegas, un "che", un "vos" y un tango cantado entre dientes. Porque era el porteño más gallego en España, lugar donde sé que algunos conocidos lo llamaban "Che" y donde batallaba para que dejaran de llamarlo "retornado" porque se sentía ofendido con esa palabra, que no hacía más que expulsarlo de su nacionalidad, como si él hubiera decidido emigrar por chorro y no por necesidad.

Cumplo en decir que no era universitario y que no llegó a completar el secundario, sin embargo, leía con avidez, como lo hago yo ahora. Tampoco era cariñoso de abrazos y besos, y soy igual y, sin embargo, lamento no haberlo abrazado muchas veces más antes.

La última vez que lo vi, me encargué de acariciarle mucho las manos para memorizarlas y poder seguir haciéndolo cada vez que lo necesite. No sé si se murió sabiendo que lo quería, tengo el defecto de decir poco esas cosas y eso me duele. Pero ya no está y supongo que no sirve de nada lamentarse, por eso, cada vez que necesite volver a él, no dudo en que volveré a leer los diarios a su lado en las mañanas de Posadas, en el mostrador de San Carlos y a desayunar en sentada en su regazo antes de ir al colegio.

martes, 15 de mayo de 2012

Para mi pá, donde quiera que estés. Si hubiera elegido un video más a propósito, no hubiera encontrado justo uno como este en el teatro Rosalía de Castro en tu Galicia.


jueves, 10 de mayo de 2012

Hasta siempre comandante

Podría rememorar muchas muchas cosas, muchos momentos. Pero, ahora, se me vienen solo fragmentos: sus manos, tan iguales a las mías, sus uñas cortitas, su piel gruesa; su boca y su mueca socarrona hacia un costado, la misma que veré siempre que me mire al espejo; las mañanas en que leíamos juntos El territorio y Clarín; los encuentros en los bares con sus amigotes; nuestros mediodías mirando el zorro; las siestas posadeñas juntos en que se ganaba un beso el primero que se durmiera; los momentos en que aprendí a nadar agarrada al elástico de su short de baño; nuestro amado Quijote y sus risas gracias a Sancho...

Se me murió mi pequeña Galicia, Avenida de Mayo será ahora una pequeña puñalada, un dolor plácido, amable y gustoso.

Esto no es un adiós, sino un hasta siempre, volverás en cada tormenta que me despierte de madrugada, como lo hiciste hoy anunciándome que ahí estabas.

Gracias por enseñarme a ser tercamente jodida y a no darme por vencida ni aún vencida.

Que muerda y vocifere vengadora, ya rodando por el polvo tu cabeza.