- Má, andá al médico, ya se me murió uno y soy muy chiquita para ser huerfanita.
- Déjate de joder, tienes treinta años.
- ¿A qué edad te quedaste huerfanita de padre y de madre?
(suprimo aquí la parte melodramática de mi madre)
Ante la insistencia de mi pregunta, responde:
- Hará diez años.
- ¿Y de madre?
- Hace veinte años.
- O sea, tenías por lo menos 48 años cuando quedaste huérfana de madre y más cuando quedaste huérfana de padre. ¿Ves? Soy chiquita para quedarme huerfanita, tenés que por lo menos vivir 20 años más.
- Déjate de joder.
- Bueno, diez.
- Estoy cansada, no quiero tanto.
- No es tanto, no te permito que te mueras antes.
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