Hoy
fue un gran día. Extraño. Estuvimos dos horas esperando a que llamen a
mi mamá para operarla del ojo que le faltaba y nos fuimos a comer mi
hermno y yo. En cierto momento, fui al baño y, al salir, miré la
pantalla de C5N y vi que el nieto de Estela había vuelto a la vida.
Quise gritar, quise llorar, quise aplaudir. A nadie a mi alrededor
parecía interesarle y mi estúpida forma de ser me impidió
hacer todas esas demostraciones que hubiera querido hacer. Así que me
acerqué a mi hermano y le dije "¡apareció el nieto de Estela!" y
automáticamente les mandé mensajes a Noelia y a Dulcinea porque supe que la noticia las iba a alegrar.
Volvimos a la clínica y nos dijeron que mi mamá no había ingresado, que podíamos verla. Así que entre su dope le agarré la mano fuerte y le dije "apareció el nieto de Estela" y me dijo, medio confusa, "¿qué Estela?", "el de Carloto". Y se sonrió y me dijo que se lo merecía.
Salimos a hacer unas compras mientras la operaban y vi en una pantalla gigante en una esquina la noticia de Estela.
Todo fue largo y agotador.
Al llegar a casa, me di cuenta de que había perdido el teléfono porque lo perdí, no me lo robaron. Llamé al aparato varias veces hasta que lo apagaron directamente. Me dio bronca, por mí y porque hay gente que no devuelve. Pero me tranquilicé al pensar que eso es algo material, que una cosa no vale la pena, que rabia o dolor me causaría perder a mi perro que es lo que más amo. Ese teléfono hoy cumplió su último y mejor cometido, alegrar a Dulcinea y a Noelia, dar la mejor noticia, la que siempre quise escuchar, la que esperaba que fuera antes de que Estela falleciera. De algún modo, ella es un poco nuestra abuela.
"Perder" es una palara que deberíamos usar solo para lo que es una pérdida. Debería existir en el diccionario una que se refiera a los objetos y otra a las cosas de verdad.
Volvimos a la clínica y nos dijeron que mi mamá no había ingresado, que podíamos verla. Así que entre su dope le agarré la mano fuerte y le dije "apareció el nieto de Estela" y me dijo, medio confusa, "¿qué Estela?", "el de Carloto". Y se sonrió y me dijo que se lo merecía.
Salimos a hacer unas compras mientras la operaban y vi en una pantalla gigante en una esquina la noticia de Estela.
Todo fue largo y agotador.
Al llegar a casa, me di cuenta de que había perdido el teléfono porque lo perdí, no me lo robaron. Llamé al aparato varias veces hasta que lo apagaron directamente. Me dio bronca, por mí y porque hay gente que no devuelve. Pero me tranquilicé al pensar que eso es algo material, que una cosa no vale la pena, que rabia o dolor me causaría perder a mi perro que es lo que más amo. Ese teléfono hoy cumplió su último y mejor cometido, alegrar a Dulcinea y a Noelia, dar la mejor noticia, la que siempre quise escuchar, la que esperaba que fuera antes de que Estela falleciera. De algún modo, ella es un poco nuestra abuela.
"Perder" es una palara que deberíamos usar solo para lo que es una pérdida. Debería existir en el diccionario una que se refiera a los objetos y otra a las cosas de verdad.
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