Uno lo percibe, más allá del clima, por las publicidades que nos venden paranoia, mal estar y complejos.
Estuve hablando con Valu del tema (a esta altura estoy pensando que tiene que tener su columna semanal en el blog). Las mujeres no tenemos que tener celulitis y sí sentirnos unas boludas enchufadas a electrodos, tener la piel brillosa y suave (no te arrugues, dice Hinds) y con destellos luminosos u olor a frutilla, las tetas por el cogote como la Farro y ser felices haciendo un tratamiento mágico de geles que adelgazan, mientras comemos un yogur Ser en la plaza.
Particularmente, el consejo que les doy a las mujeres con las que me cruzo es "para mí, lo que no veo no existe". No soy Moria, me refiero a lo que no veo en mi cuerpo. Para qué hacerme complejos con la celulitis, mejor no me contorsiono a mirarme el trasero.
El yogur de por sí no me gusta, pero la línea Ser menos. Les siento gusto a remedio a los yogures con edulcorante, prefiero comerlos enteros. Aun cuando tuve kilos de más, siempre privilegié lo que me satisfacía y no lo que me tenía que dar menos calorías porque iba a engordar mucho más cuando comiera vorazmente lo que no comí antes.
Respecto de las tetas, qué decir. El otro día, escuché a una de estas vedets del momento decir que se las pinzó y que por eso tiene ese tamaño descomunal. Se ve que, ahora, es el nuevo eufemismo para decir que una se hace las lolas. Como eufemismo, me parece horrible, me suena a que las mujeres somos un pantalón al que hay que ajustar. Otra cuestión con este tema, es el de los corpiños. Está bien, esto, quizás, debería analizarlo en algo que hablara sobre moda. No es posible o es muy difícil encontrar alguno que no venga armado. Si pedís que no tengan relleno, las vendedoras te miran casi con lástima porque, claro, todas desean tener las tetas por allá arriba. Si encontrás uno que no tenga, en general, son de esos que dan lástima. Hay algo que tengo claro y es que no quiero tenerlas ni de plástico ni de goma espuma, soy esta cosa que se ve. Además, no iría con mi forma de ser, no me imagino haciéndome la Silvina Luna por la calle.
Cada una con sus complejos, no digo no tenerlos. Y llega el verano y todas tenemos un muerto en el placar. Hace un tiempo, salieron las cremas para autobroncearse. Tengo menos color que Gasparín y quería tener un poquito, al menos. Tomar sol no me sirve porque si me quemo quedo roja. No me gusta ser blanca, quisiera ser mestiza, pero no puedo. Me compré esa crema. Había que aplicársela y lavarse las manos porque, de lo contrario, las palmas te quedaban naranjas. Pero eso no fue lo que me hizo sentir pelotuda. Un día, me puse a limpiar mi casa. Hacía mucho calor y transpiré mucho. Cuando me fui a bañar, vi que tenía el corpiño blanco teñido en algunas zonas de marrón, algunas zonas del cuerpo decoloradas y algunas con gotas marrones más oscuras que otras por efecto del sudor. Me sentí una pelotuda. Puse las cremas en el tacho de basura y me dije que me conformaría con mi color. Con el tiempo, lo comenté con mi comadre-amiga-compañeradefacu, porque las boludeces tienen un tiempo en que nos cuesta reconocerlas, y nos reímos mucho porque a ella le había pasado algo similar.
Definitivamente, soy así, blanca. Estoy delgada porque no vivo comiendo con mi mamá, que me llena siempre el plato como si fuera un hombre y a mis hermanos varones como si fueran dos hombres. Cuando tuve kilos de más, supe que era por mi adolescencia, luego, los fui bajando sin dejar de comer ni cambiar de alimentación y, después, durante la facu, era por estrés. Hay gente para la que sí es un problema y que puede hacer dietas y ejercicio. Pero, ojo, hay que ir al nutricionista, no hay dietas patrones que sirvan para todos, para cada uno lo que le corresponde. Y, también, seguir los planes todo el año, el verano no te hace adelgazar.
Con el resto, es un poco de aprender a aceptarse, se vive más tranquilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario