Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

jueves, 14 de octubre de 2010

"Recuerdo la quietud de la tierra, la quietud estaba adentro" ("El témpano")

Vi la propaganda de Susana y Darín del 2010 y, cuando hablan de los televisores, mencionan a uno de cuya existencia no sabía. Sentí y siento que el tiempo está pasando muy velozmente y no porque yo sea más grande. Antes, el tiempo tenía otro tiempo y no porque cuando uno es chico viva en un eterno presente. No, no es eso.

Supongo que lo que me convierte en mayor es pensar que al disminuir la espera, que uno no sufría tanto porque los tiempos eran otros, disminuyó también el romanticismo de los hechos. Por ejemplo, cuando uno escribía una carta, se tomaba su tiempo para cuidar la letra, para decir las cosas en modo correcto y amable, para enviarla y para esperar una respuesta. El tiempo pasaba, llegaba la carta y la atesorábamos para volver a leerla. Hace mucho que no recibo cartas porque los mails han convertido a cualquier mensaje en algo inmediato, breve, escribo y lo mando, sin sello postal, sin el roce de las manos queridas y va derecho a la papelera. Jamás volverá a estar la alegría de recibir una respuesta, de verlo a mi hermano en una casa perdida en Posadas, abriendo un sobre con fotos que le enviaba la NASA o abriendo esos sobres con cursos de dibujo por correo que aparecían en las revistas como Patoruzú.

Antes sabíamos contener esta ansiedad que el celular nos deja. Recuerdo en el año 97, no fue hace tanto por qué no retroceder un poco, un día al salir de mi casa, vi una amenaza escrita en la pared de la entrada del edificio. Estaba en cuarto año, recuerdo, y era ya por la época de la primavera, supongo, porque los días estaban más claros de mañana. Tuve miedo y salí corriendo hacia el colegio. No entendía el por qué de ese mensaje ("Defensor del asesino de Cabezas, el cáncer te espera"). Y no tenía celular. Se lo conté a mis compañeros, pero, para saber algo más, tuve que esperar a volver a mi casa y hablarlo con mi mamá.

En esa época, los chicos y/o adolescentes llamábamos a nuestros padres para comunicarles lo estrictamente necesario cuando te decían "llamame" y usábamos tarjetas telefónicas que venía con créditos. Ojo, también, puedo ir más atrás y recordar los cospeles y los teléfonos que en Brasil llaman Orelhao. A lo que iba, es que esas tarjetas duraron poco si pensamos en la cantidad de años que usamos cospeles porque, al poco tiempo, comenzaron a usarse monedas y, más tarde, los celulares comenzaron a invadir nuestras vidas. Si viajo en el tiempo, recuerdo que, cuando vinimos a Buenos Aires, por el año 91, para hacer una llamada a Posadas de larga distancia, todavía había que pedirla, no era inmediato. Y todos podíamos esperar.

No digo que todo tiempo pasado haya sido mejor, hay miles de ejemplos que demuestran que no. Sólo digo que los días en que el Congreso se vuelve una locura de colectivos y en que las publicidades de celulares con modelos cada vez más nuevos se suceden unas a otras, me dan ganas de retirarme a un pueblo del interior para detener el tiempo un poco y no sentir que el bicentenario pasó hace diez años. Está bien, entiendo que la velocidad o lentitud, es algo relativo al placer o no de un hecho o que tiene que ver con la edad de uno. Por ejemplo, sé que si siento estar en el Manuel Belgrano hace mil años es porque me siento muy reconfortada de estar en ese lugar y quisiera nunca salir. O, por ejemplo, cuando digo que una cosa que recuerdo fue el año pasado, sé que, en realidad, me estoy refiriendo a mi época de facultad y que eso sí tiene que ver con la edad.

No, a lo que me refiero es a este vértigo en que todo se convirtió, en que todo tiene que ser ya, en que una espera en el médico me enloquece, en que todo el mundo toma ansiolíticos por no soportar la espera.

Y, a veces, está bueno relajarse y aprovechar que el PO cortó Av. Entre Ríos para caminar por el centro de la calle una tarde hermosa de sol, como lo hacíamos en Posadas en las procesiones. Y es que, creo, deberíamos encontrar nuestro tiempo interno aunque vaya contra el tiempo de esta ciudad o de este mundo.

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