Supongo que, cuando la gente se muere, nuestro universo cambia, se reduce, estalla, se fragmenta.
Este año, todo se reduce a mi papá, como nunca, me detengo a recordar o a pensar cosas, supongo que es traerlo un poco de nuevo.
El año pasado, mi papá comenzó compulsivamente a contarme cosas de su familia. Nunca antes había hecho eso. Necesitaba contarme todo y, al mismo tiempo, necesitaba regalarme cosas suyas porque era mi herencia y yo se las rechazaba. Gozaba de buena salud, por qué adelantarse a los hechos. Con el correr del tiempo, pensé que todos sus muertos venían a buscarlo, eso supone ver la
Santa Compaña, creencia gallega.
Un día de diciembre, luego de un almuerzo con él, al despedirlo, lo vi fijo parado en la puerta y la certeza de que moriría pronto apareció. Salí de ahí y llegué a la casa de mi mamá llorando, se lo comenté y me preguntó si el me había dicho algo sobre su salud y le respondí que no. Esa imagen no me la olvido más.
A los pocos meses, uno o dos, supe que tenía que operarse y que no quería, supe que un médico le había dicho que tenía poco tiempo. Lo vi una vez más en marzo, me empeñé en llevarle todos los días a mi perro porque se ponía a reír como un chico cuando lo veía.
Luego, las cosas se fueron sucediendo a la distancia. Lo internaron y salimos en coche hacia Posadas y lo vi en una terapia intensiva. No me olvido más de los ojos con los que me saludó el día que me volvía, él sabía que era la última vez que nos veíamos.
Pero le dieron el alta. Así que decidí ir al recital de Sabina y de Serrat como estaba previsto. Sin embargo, en el medio del concierto, algo me hizo desconcentrarme y pensar en él. Ya era la madrugada del día 30 de abril. Esa mañana al despertar, supe de su nueva internación.
Ese fin de semana o el siguiente, fue la inauguración de Euskaltzaleak y le hicieron un homenaje con gaitas y bailes a Castelao, poeta gallego, porque el año pasado habían podido tener lugar gracias a la gente de Xeito Novo que compartió un espacio. Filmé eso porque quería mostrarle las gaitas a mi mamá, que había llegado el día 3, pero que no estaba de ánimo para acompañarme.
El día 9 por la noche, supimos de una complicación. Le dije a mi mamá que trataría de viajar ese mismo jueves. Pero, cuando desperté alrededor de las 5 con una tormenta impresionante el día 10, abrí los ojos al mismo tiempo en que pensé "se murió". A pesar de eso, decidí ir a la facultad porque pensé que él querría eso y porque, además, era solo un pensamiento. Volví a casa, me llamó mi mamá y me dio la notica que ya sabía.
Una de las primeras cosas que pensé en esos días, jueves o viernes, fue que no iba a tener nunca más a nadie que me insistiera para cambiar el celular. Y ese viernes, el mío dejó de sonar. El sábado, mientras almorzaba con mi mamá hice todo tipo de pruebas: mandarme mensajes desde otro celular, llamarme, poner el mp3 y nada. Hasta que dije "voy a probar con el video de las gaitas que grabé". Y comenzó a sonar de nuevo, volvió a funcionar el teléfono como antes.
Así que el lunes siguiente salí desesperada a comprar dos cosas: un celular nuevo y el CD nuevo de Ismael Serrano, que justamente había salido el día 10, mismo día en que mi papá falleció. Llegué a casa, lo puse en la PC y no sonaba porque me funciona mal el reproductor. No tenía otra opción que el DVD que me había regalado él, que tampoco funcionaba hacía bastante. Pero agarré fuerte el disco y dije "pá, hacémelo funcionar". Creo que fue una de las últimas cosas que quiso reproducir definitivamente ese DVD.
Una de las primeras noches en que él ya no estaba, me despertó algo extraño. Por el miedo que me dio de golpe dormir, había empezado a dejar que el perro durmiera conmigo. Esa noche, antes de acostarme, le di un beso en la cabeza y le dije "si ves a tu abuelo, decile que lo quiero", en esos impulsos desdesperados que uno tiene. En un momento dado de la noche, me despierta el perro que estaba agachado en sus patas delanteras (de espaldas a mí) y movía el rabo como si jugara y hacía un ruido como si hablara, no era ladrido, era una especie de "ua ua ua ua" como cuando los niños simulan hablar.
A los pocos días, intenté forzar a mi PC a reproducir el disco y, como no quería, solo escuchaba al disco dar vueltas y vueltas y, aunque me molestara eso, como soy tan vaga, no lo saqué. Salí a hacer unas compras y llegué a casa y había música sonando. Me acerqué a la máquina y sonaba "Mientras tú llegas" y justo decía eso de "Todas las cosas se empeñan / en hablarme de ti. / Y, así, te escribo, me hago un té, me duermo. / Salgo de casa, me digo que estoy bien, me miento. / Feliz, sonrío y la tormenta se despide / y en mi sonríen todos los hombres del mundo".
Y mi última gran coincidencia fue que, a los tres meses, estando en el Rex viéndolo a Ismael Serrano, este buen señor cantó las dos canciones que me hacen recordar a mi papá una detrás de la otra.
Las conclusiones de esto son obvias: escucho a muchos españoles (gracias a papá y a mamá) y mi vida está repleta de casualidades.
Escribo esto porque recién hoy encontré un mensaje del día 11 de agosto en que alguien que no me conoce me decía que esa noche en el Rex cuando sonó "Mañana porteña en Madrid" se acordó de mí. Y solo puedo decirle gracias con esto que escribo.