Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

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sábado, 11 de agosto de 2012

Besos, risas y estrellas

Quisiera contar mis pensamientos sobre el recital de hoy, pero mis pensamientos son tan imposibles de acotar como mis textos, en eso, comprendo al pobre Serrano, que se ve injustamente limitado en 140 caracteres.

No puedo decir todo lo que pensé, pero voy a ir contándoles sobre una situación particular que me hizo llegar a otra.

Cuando me senté en la butaca, vi llegar a una parejita. Suponía que eran novios, pero no, porque ella le preguntaba cosas sobre su trabajo y él le iba contando todo como si ella desconociera. Sí, ya lo sé, escuchar conversaciones ajenas está mal, pero lo mejor que tiene la vida es escuchar y contar historias. La pareja se había dado cita en el recital de Serrano, quién pagó no lo sé. El hecho es que las canciones iban pasando hasta que "Vértigo" encendió la magia. Imagino que ahora esa será la canción de ambos para bien y para mal. Los besos comenzaron, sí, señores, empezaron a chapar de lo lindo y yo a sonreírme. Quise tenerle envidia a la chica, pero no pude, me dio ternura que siguieran el concierto tomados de la mano y deseé profundamente conocer a alguien con quien compartir estos conciertos.

El hecho es que, pensar todas estas cosas, me hizo pensar que hay un hombre al que amé mucho (creo que lo amé, eso lo pienso ahora que ya no me hablo con él), al que las canciones de Serrano me suelen llevar. El día que me dije que moriría de amor por alguien como él, la casualidad hizo que en el pabellón azul de la feria del libro estuviera Tati Almeyda hablando y "Ya ves", música que por aquel entonces tenía en mi celular, sonaba de fondo. Cuando volvía en colectivo a casa, tuve su primer mensaje y la ilusión comenzó a nacer muy intensamente. Esa canción quedó asociada para mí a esta persona a punto tal que había comenzado a escribir una novela tres meses antes y, al conocerlo, incluí un personaje basado en él que se llamaba Marcos (porque si Marcos abandona, quién será nuestro dueño). La novela fue quedando ahí y apareciendo con el tiempo, las ganas y ahora espera... Una de las cosas que me dijo fue que le gustaba Ismael Serrano y morí más de amor (los hombres suelen engañarnos con esas cosas) y un funesto día del maestro él me ayudó a sortear unos obstáculos para que yo llegara a tiempo a verlo a La trastienda donde Rodolfo Serrano iba a estar presentando su libro junto con su hijo.

El tiempo fue pasando y con él las indecisiones, los mensajes poco claros. Pero sé que lo quise como a nadie y pensé que él era todo. La única música de fondo que conservo de Ismael ahora para esa historia es un poco funesta y predictiva. Con unas copas de más, dijo las palabras más bellas, que también son las que más duelen cuando no son ciertas y me pidió que pusiera música para que bailáramos. El último disco de Ismael estaba puesto y con felicidad le dije "está Ismael" y creo que el muy tonto pensó que tres éramos multitud porque puso cara de "ese sujeto ya me está cansando". Y, como una ironía del destino, la canción que sonó en ese momento era "Te odio". Al día siguiente, él no pudo decir más nada y yo, como siempre, no me pude callar la boca.

Hoy, escuché miles de canciones que hablaban de mí porque, sin saberlo, este sujeto canta lo que siento. Pensaba contar en mi relato que cantó las dos canciones que me recuerdan a mi viejo juntas como si me leyera la mente. Pensaba contar que lo mismo hizo el año pasado cuando leyó la poesía sobre el perro muerto cuando hacía poco tiempo se me había muerto mi perra (a la que acuné hasta su muerte cantándole "No estarás sola" y "Caperucita").

Pero no. Porque hoy de nuevo estaba Tati Almeyda cerca, porque estaba Ismael cantando "Ya ves", "Vértigo" y las canciones que me hacen recordar a alguien a quien quise mucho y muy sinceramente. Y creo, ahora con el tiempo trasncurrido, que nunca fue cierto que le gustaba Serrano y mucho menos que me quería y que, aunque no lea esto nunca se merece estas palabras y mucho más porque, más allá de los dolores y de todo lo que no fuimos, me regaló la capacidad de soñar y de creer en las estrellas.


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