Viendo los anuncios por trabajo, respondo que viejo. En general, las vendedoras tienen que tener entre 18 y 25, algunos estiran hasta 30. Hay que tener experiencia para hacerlo y, como mínimo, de cinco años y hay que entregar CV. Sin desmerecer a los vendedores, doy fe de que no es necesario tanto porque a los 9 años ayudaba a mi mamá a vender en la mercería y, a los 11, me dejaba hasta cobrar lo que vendía. Era mi mamá, sí, pero yo no era boba. Para buscar trabajo de corrector, por ejemplo, piden que uno sea joven, tenga experiencia y, ojo, muchas veces, piden en los trabajos que uno tenga idiomas. ¿Con 25 años es posible?
La publicidad y la tele nos venden cremas para mujeres de 25 o de 30. Nos hacen creer que tenemos que ser, como mínimo, gerentes, tener miles de títulos y postítulos, idiomas, una familia con casa y auto (porque una familia sin auto no es familia). Pero, cuidado, al mismo tiempo, hay que ser joven porque lo somos y serlo eternamente, y vivir disfrutando con los amigos mientras tomamos una cerveza, tener el culo perfecto y casi que a la altura de la nuca y las tetas por la frente. Las mujeres tenemos que ser la chica liberada e independiente que se lleva la vida por delante que no tiene ataduras y, a la vez, ser madres responsables.
Últimamente, mi locura y ansiedad vienen dadas por saberme o sentirme muy grande para muchas cosas a las que siento que llego tarde y darme cuenta de que, en realidad, soy joven aunque el mundo me diga lo contrario.
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