Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

sábado, 31 de octubre de 2009

Dicen que la distancia es el olvido...

Pero yo no concibo esa razón... así dice el bolero y voy a explicar por qué estoy de acuerdo.

Desde que nací, no, miento, desde antes de nacer, mi vida está signada por ella, por barquitos caminito de ultramar (si uso palabras que resuenan a Sabina, es porque lo plagio con amor). Mis padres vinieron dejando personas detrás y buscando otras que tenían por delante. Desde bien chiquita, entiendo que hay gente que vive lejos y a la que se puede querer. En mi caso, mis abuelas, mi abuelo paterno, mis tías... Por eso, aprendí desde muy niña qué es la "morriña" gallega, por eso, veía los ojos de mis padres llenarse de lágrimas o sólo de tristezas.

Todos ellos vivían en España y, aunque sólo haya visto dos veces a mi abuela materna siendo muy chica, siempre la quise un montón y la quiero aunque ya no esté porque supo darme momentos geniales.

En esa época, mi abuelo materno y la esposa vivían en Buenos Aires y nosotros en Posadas. Y la Yaya era lo más: jugábamos a Grandes valores del tango y a cualquier cosa que se nos ocurriera.

Con el tiempo, nos vinimos a Buenos Aires y, una vez terminada la secundaria, una amiga (ahora comadre) se fue a vivir a Córdoba y nos vemos más o menos dos veces al año.

A Valéria, la conocí acá, pero, como muestra la tilde en su nombre, es brasileña. Es la hermana mayor que siempre deseé y que la vida me dio. La veo poco, es claro. La última vez fue hace dos años. Estamos en contacto, quiero verla y me duele no poder acompañarla cuando lo necesita.

Mi otra comadre-amiga vive en Lanús. Dentro de toda la gente que vive lejos, está cerca, a una hora de viaje. Siempre pensé que Lanús quedaba en el culo del mundo (mi padrino siempre vivió allí), pero el amor que siento y las ganas de ver a la enana crecer hacen que todo sea breve y paso una semana deseando verlas.

Mi mamá y mi papá tampoco viven en esta ciudad y no los veo muy seguido y doy fe de que son imposibles de olvidar.

En definitiva, la distancia me marca. Escribo esto por una sencilla razón y es que, cuando uno quiere a alguien, no hay olvido posible. Las distancias, a veces, se acortan de otras formas. Una persona que vive en la esquina de mi casa y no me quiere puede estar más distante de mí que Valéria, por ejemplo. Conocí gente que decía apreciarme que estaba un poco más allá, pero no en el fin del mundo, aunque le pareciera que sí y se le dificultara verme. Conclusión: no sé qué entienden por aprecio.

No voy a decir cual mujer de Utilísima que el amor todo lo puede porque, muchas veces, es más intrincado de lo que debería ser. Sólo quiero decir que no deseo que ninguna de estas personas viva a mi lado porque no lo desean, porque tienen sus vidas y son felices, y sería egoísta de mi parte querer que no lo fueran. Porque, cuando nos reencontramos, disfrutamos profundamente de saber que, por un instante, el tiempo y la distancia vencieron al olvido y no existen.

2 comentarios:

  1. Disculpame pero si uno quiere mucho necesita poder ver (con sus ojo no con camarita) poder tocar, porder oler y por sobre todo poder sentir cerca a la persona querida.
    por todo eso jamas entendere a las personas que se alejan de sus seres queridos y pretenden decir que los quieren.
    disculpa si es duro mi comentario pero se lo que es estar lejos de un ser querido pero siempre que uno se aleja es porque quiere mas otro.
    besos

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  2. No digo que no, pero según mi forma de ver uno tiene que poder querer más la felicidad ajena y, a veces, no está en el mismo lugar que la de uno. Sólo eso. No creo que uno quiera más a una persona que a otra, sino que quiere en formas distintas.

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