Esto tiene que ver con cosas que pienso acerca del arte y viene a cuento de algo que pienso hace mucho sobre Saramago.
Empiezo aclarando que este tipo me hizo leer tres de los mejores libros que leí, maravillosos, pero debería dejar de escribir, al menos, de publicar.
Creo que los artistas comunican cosas y que, como dijo Saramago mismo, para escribir, al menos, es necesario haber vivido para tener cosas para decir y es cierto. De hecho, creo que este señor es un gran creador de frases que permiten pensar, pero un libro no son frases aisladas.
Mi reflexión viene a cuento de esto. Creo que el arte tiene que intervenir y tiene que coincidir la postura que tenga el artista con su obra. Quiero decir, si sos comunista a lo Saramago, me cuesta pensar que tu literatura sea para unos pocos, para los que tienen el dinero suficiente para comprar tus libros. Sí, ya sé, existen las bibliotecas, pero me refiero a algo que va más allá y que tiene que ver con la postura del escritor. El arte es para ser dado, no es mío ni de nadie. Él, premio Nobel, ganó mucha guita. Y no está mal, sólo que no se condicen algunas cosas con sus ideas. Está bien, podemos pensar que ser comunista está demodé, pero hay que tratar de que pensamiento y acción vayan juntos.
Saramago, claro, es Saramago. Lo que hace que tenga contratos que cumplir, algo que me parece apestoso pensando en literatura. El arte debe ser pensado como un trabajo, sí, pero no creo que ese trabajo tenga mucho que ver con producir en determinados plazos.
Uno no tiene muchas cosas para decir a lo largo de su vida. La mayoría del tiempo usamos palabras para llenar silencios que nos parecen caóticos. En literatura, en cualquier arte, la verdad, uno debería limitarse a producir aquello que vale y dejar su obra en ese estado. Mi idea es que tanto un escritor como un cantante o lo que sea crean diversas cosas hasta llegar a eso que los lleva a la cumbre y, una vez que consiguieron la cumbre con esa obra, deberían dejar crear porque ya no hay nada para decir, no hay más peldaños en la escalera para subir.
A Saramago, hace un tiempito que le pasa eso. El viaje del elefante es una porquería verdadera que sólo tiene bueno un par de frases a lo Saramago, pero después "enche de vas palavras muitas páginas". Lo que rescato es el epígrafe y la dedicatoria a Pilar que no lo dejó morir.
Sin embargo, los libros pueden contar tantas historias como sus lectores quieren y la mejor que contó ese libro es la historia cantada del elefante trompita que hace muy feliz a mi ahijada Selene cuando ve el elefante lila de la tapa y se la cantamos a coro con la mamá.
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