Marcos se ha marchado, pero, a diferencia de la canción, no es para no volver. Lamentablemente o afortunadamente, tal vez. Tropezarnos con lo que no queremos nos puede servir para alguna de las siguientes dos cosas o caer de nuevo siempre en las mismas historias o para recordarnos que eso lo habíamos rechazado de nuestras vida.
¿Por qué me fijé en Marcos? Quizás, tenía mucho de mi papá, pero sin dudas no lo mejor. Vivía lejano haciéndome entender que me quería, pero sin decírmelo, tenían gustos parecidos también. Hablo de los dos en pasado como si ambos hubieran muerto y, a lo mejor, Marcos murió a su modo. Un día, estando a su lado, me vino a la cabeza la frase de Sabina "y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres". Sin embargo, sé que eso no es amor, no para mí. No soy nadie para juzgar al poeta y mucho menos a este.
Amar no es morir, amar es acompañar. Es lo más parecido a estar, aunque no se esté físicamente. La diferencia, quizás, entre mi papá y Marcos es que papá estaba si lo necesitaba, nunca dudé de eso. Nunca dudé de lo que me apoyaba en todo lo que hiciera. Marcos, no. Marcos estaba en la medida en que necesitaba que yo estuviera para él. Este sujeto jamás se merecería que me muriera por él y mucho menos que lo amara estando.
No soy muy buena para decir te quiero y a Marcos se lo dije muchas veces. No cara a cara, pero él sabía que era así. Marcos mató el amor o, quizás, murió con la muerte de mi padre, muerte que arrancó de mí las células muertas, el pasado doloroso, lo no dicho.
Hoy, supe por medio de mi hermana que papá antes de morir le dijo que me quería mucho. Él no sabía decirlo en la cara, yo tampoco. Creo haber dicho que soy igual a él. Pero descubrí gracias a él o con él que no hay que esperar al instante final para claudicar frente al amor. No nos hace más fuertes no amar, no nos hace más fuertes huir. Amar es el mejor arma porque vamos juntos.
Amar es de a dos con cualquier ser vivo que sea y cualquiera sea la relación que nos una. Creo que la muerte deja lágrimas porque es ese vacío que va dejando un amor que se muere, que no tiene su otra parte. En mi caso, en este caso, puedo decir que ya no puedo amar en presente a ese ser que me dio la vida porque no está. No tengo un padre de quien ser hija.
No sé si fui buena hija. Creo que, en nuestro modo extraño, tanto él como yo encontramos en el otro lo que el otro nos podía dar. Pero se fue. Puedo decir que lo quise mucho y que no se lo dije nunca.
Marcos tenía lo peor de papá, sin dudas. Marcos tenía lo peor de toda la gente que quiero, todo lo que me hace daño del resto del mundo. Y lo dejé obrar a su gusto, pero no lo dejaré volver aunque vuelva. Porque el amor no es morir, el amor es mucho más que vivir, es renacer a cada abrazo.
Nunca Marcos entenderá que lo que me alejó de él no fueron mis caprichos ni mis locuras, sino su modo de matarme todos los días un poco. Su modo de anularme luego de hacerme sentir importante, su modo de darme a entender que todo lo sabía y que yo era una inútil.
Ya lo dije antes, Marcos sabe poco del amor.