Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

domingo, 23 de septiembre de 2012

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Ayer, en un encuentro de vascos, me preguntaron cuál era mi pueblo de origen y no me sale decir que es el pueblo de mi Yaya, pero mi cabeza no dudaba ni un segundo en decir que eran Lugo o Selorio. Supongo que la cabeza del inmigrante se configura así, con la tierra prometida como norte y meta.

Cuando uno comienza a viajar, adquiere un vicio que no puede dejar jamás. Ese es el gran problema del inmigrante, el camino es su casa. Mis padres cruzaron el océano y no pudieron parar nunca de hacerlo, a punto tal que mi papá se debatía por vivir entre Buenos Aires, Galicia y Posadas.

Creo que amaba el Quijote por eso de aventurero, eso de emprender el camino para buscar siempre el retorno a casa. Mi papá sabía, al menos, que era una obra humorística, no podía evitar preguntarme si recordaba una escena en que Sancho se caga y empezar a reírse como un chico. Llegué a ese libro por él, porque siempre veía que lo leía y, en un momento en que estábamos un poco distanciados, decidí ver qué era lo que tanto lo atrapaba y me terminó atrapando a mí al punto de coleccionar quijotes y todo lo que tenga su imagen.

Este libro, si bien habla de la locura de un personaje que decidió vivir en un libro, habla de la utopía y de un mundo que sería ideal con sentido del honor, del valor, del amor, con un gran sentido de lo que implica la libertad. La locura, a lo largo de la obra, se va difuminando, esas divisiones tajantes entre lo que es estar cuerdo o no van desapareciendo, no se sabe finalmente quién lo está y quién no o si todos lo estamos un poco.

Siempre fui muy Sancho, no puedo evitar reflexionar sobre todo, medir, calcular. En eso, creo que soy igual a papá, él no podía evitar ser Sancho y, por eso, nuestros placeres eran terrenales como comer y dormir.

Marcos siempre fue un poco don Quijote, mirando al norte sin mirar nada, perdido en su propio camino, necesitando que alguien lo acompañe para sacarlo del problema e, inmediatamente, propinarle unos cuantos golpes a esa misma persona. Es lo que hizo conmigo, que fui su Sancho y su Dulcinea, es decir, se inventó una Dulcinea en mí, dijo adorarme, dijo hacer muchas cosas por mí, pero su camino siempre lo alejaba. Las damas son ideales y, aunque suene raro, muchos hombres no pueden salir de esa pauta cultural que diferencia lo ideal de lo posible, que divide a las mujeres en dos grandes bandos.

Pero no me arrepiento de eso, puedo decir que agradezco infinitamente que él me haya configurado como una Dulcinea y que mi imagen se le haya hecho añicos, esa fue mi salvación, mi gran protección para no hacerme añicos yo misma.

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