Desde que papá murió, los jueves son diferentes, son más míos, son los días más propicios para que las cosas me salgan bien. La gente me sonríe, aunque parezca exagerado, y siento la tranquilidad infinita que me dan esos días ahora.
Es como si él volviera, porque siempre vuelve esos días cuando me despierto. Se instala en mi cabeza, en mi recuerdo, se queda.
Al principio, uno cuenta los días a medida que se pregunta por qué. Con el correr de los días, pensamos en la cantidad de semanas hasta que estas se hacen meses. Cada día 10, pienso si al empezar a contar los años lo iré olvidando de a poco o si seguirá estando ahí. Y me da miedo perderlo, convertirlo en una ilusión, prefiero que siga siendo la negra sombra que en todo se aparece, que viene cargando de recuerdos los jueves, de luz, de bienestar, de soledad y de paz.
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