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sábado, 1 de septiembre de 2012

Mi patria supo ser un tractor amarillo

Ismael Serrano me hace ahorrar en psicólogo. Hoy, hablando de la patria, se le dio por decir que toda persona fuera de su país es capaz de cantar la canción más grasa que su lugar de origen dio a la luz. Y comenzó a sonar "¡Qué viva España!" y no sabía si reírme o si llorar porque, de golpe, alguien se estaba riendo de lo que hice desde que nací, cantar con ganas esa canción, casi como si fuera un himno. Y es que, a lo mejor, él no sabé cómo puede hacer llorar ese tema a los que pasaron lejos de su familia o a los que nacimos fuera de nuestra España, pero fuimos educados en la convicción de ser españoles.

Y es que los hijos de inmigrantes tenemos nuestros repertorios. En mi casa, con "Negra sombra", llorábamos a coro con papá (ahora lo lloramos con ella a papá), con "Campanines de mi aldea" llorábamos a coro con mamá. Al (de)Presi lo odiábamos los niños, pero todos cantamos alguna vez "Soy minerooooooooooooo" con Molina y ni qué decir del repertorio de Manolo Escobar: "El porrompompero", cuya letra me inquietaba porque yo entendía que decía "porrompompero PERÓN" y me preguntaba cómo un español iba a decir "Perón" y que encima mi mamá osara escucharlo. Además de esa, me pasé la infancia escuchando cómo este señor preguntaba "Dónde estará mi carro, dónde estará mi carro"...

Pero el hecho más tragicómico fue con una canción berretonga a morir que fue furor por estos pagos (aún no entiendo por qué), qué decía "tengo un tractor amarillo porque ye la última moda" del grupo Zapato Veloz. Recuerdo que, en mi casa, alguno de los pequeños (ya no tanto los mayores) le dijo a mi mamá que en una canción hablaban en bable, aunque a decir verdad creo que solo una palabra aparecía en su lengua. Y, hoy, con esa declaración de la grasada que uno es capaz de cantar o por la boludez de la que uno es capaz de llenarse de orgullo, se me vino esto a la cabeza.

Convengamos que es mucho mejor cantar el qué viva España con pasión, como suele suceder en el restorán de los gallegos que tengo enfrente, que cantar a voz en grito "El  tractor amarillo".


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