El martes, llamé a mi mamá como habitualmente y no atendió. Me bañé, saqué a pasear al perro y, cuando volvía a casa, llamado perdido al celular por parte de ella. Me dije que la llamaría después porque quería ir a la peluquería antes de que se llenara.
Cuando vuelvo a casa, llamado:
- Hola, ¿estás bien? ¿pasó algo?
- No, nada.
Acto continuo le expliqué la situación.
- ¡Qué alivio! Qué suerte, no pasó nada (se escucha que le dice a Miguel, a quien le debe de haber taladrado el marote).
- ¿Qué iba a pasar?
- Es que como siempre llamas y hoy no lo hiciste.
- Lo hice, te dije que lo hice.
- Es que el teléfono no me marcó nada y pensé que te habría pasado algo.
Hace un rato volvió a sonar el teléfono y, como interrumpió mi sueño, estaba con mi mejor voz de Adriana Varela. Aclaro que ayer no pudimos hablar y no me preocupó porque sabía que se iba de viaje a Galicia.
- Hola, ¿te desperté?
- Sí, pero no importa (mentira).
- Perdón, perdón, ¿estás muy resfriada?
- Más o menos, como siempre.
- ¿Pero pasó algo que hablas así? Además, ayer, llamé antes de salir y dejé un mensaje en el contestador, y me pareció raro que no estuvieras.
- No pasó nada, ¿vos no estabas de viaje?
- Sí, sí, ayer salimos, ahora, estoy en Santiago a punto de volver, después te llamo.
- Dale.
Por qué siempre pensar que me pasó algo trágico.
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