Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

jueves, 20 de septiembre de 2012

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Con papá, solíamos leer el diario juntos por las mañanas, acodados en el mostrador del negocio. Clarín y El territorio poblaban nuestra mañanas, con claringrillas, El negro blanco y alguna que otra noticia. Él aprovechaba para darme independencia, sin tener seis años, me sentaba en la caja y me enseñaba a cobrarles a los clientes.

Con papá, éramos amigotes. Supongo que, si no soy fanática del fútbol, es porque él tampoco lo era. Pero compartíamos largas horas de tele viendo documentales, películas mexicanas antiguas, El Chavo y El zorro. Dormíamos la siesta todas las tardes juntos. Todas esas cosas son las que sigo disfrutando hacer.

Mi papá no era afectuoso al extremo, no sé cuántas veces me habrá dicho que me quería. Tampoco sé cuántas se las dije a él. No sé si fue sabiendo que sí lo quería y de verdad, como solo se puede querer a alguien a quien le odiás al máximo sus defectos y admirás al máximo sus virtudes.

Supongo que mi parte edípica me conduce a hombres como Marcos, que no son capaces de amar. Pero me conducen de una manera errónea. Porque nunca encuentro a aquel que quiera compartir conmigo largas horas de tele, desayunos con diarios, bares con café y tostados, pizzas en el almuerzo, charlas de libro y de política. Solo encuentro hombres solitarios.

Creo que mi modo de ser solitaria tiene mucho que ver con mi papá, con esa infancia que pasé tan estrechamente a su lado, aunque luego la vida nos haya distanciado un poco. Él tenía un mundo interno tan grande que podía disfrutar de la soledad, aunque a veces eso lo agobiara y es exactamente lo mismo que me pasa a mí. De algún modo, siendo tan rígido con sus hijos, no pudo evitar enseñarme que el mayor tesoro es la libertad como le decía don Quijote a Sancho. Y ese es nuestro mundo, el que nadie debería tomar por asalto.

No sé si muchas veces me habrá extrañado, sé que no fueron tantas las que yo lo extrañé. En algún lado, donde sea que esté, sé que seguiré siendo siempre su pibita o su cativa, su nena chiquita, que no hay que confundir, en gallego, cuando se los llama así a los niños pequeños, es con amor, no para indicar opresión. Y sé, también, que donde quiera que esté, se afeitará siempre la barba para que su nena no se asuste al verlo llegar cambiado y que estará cerca cuidando mis pasos, alejando a todo Marcos que pueda volverse a cruzar.

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