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La televisión llevaba una semana mostrando la repercusión a nivel nacional de Emperatrices suburbanas. Ninguna podía creer que fuera lo más importante que sucedía en el país. Soledad apagó el televisor y les mostró el diseño de su vestido y les dijo que, mientras las plantaciones de jazmines dieran fruto, debían solucionar el tema con ramitos de la florería. Dijo que ya había redactado su nota para el número dos de la revista. Hablando de revista, ¿saben que el dueño de la revista para la que trabajaba me llamó para que sea la editora? A Sofía, no le sorprendió lo que contaba Libertad, llevaban una semana escuchando propuestas para que vendieran la marca, estadísticas que calculaban el dinero que iba a mover el negocio y cómo esto podía reactivar la economía. A Soledad, la decepcionó que no pudieran ver el proyecto artístico que había en todo aquello. No podía entender que no percibieran la importancia de ser personaje y hacedor de la historia, de vestirse de..., de ver más allá de lo exterior, ver lo formal, ver, ver. Pero, para no pensar en ello, dijo que ya había pensado algo para el tercer número. Sofía y Libertad no podían creer lo que escuchaban, todavía el número dos no estaba en la calle. Era necesario ir poniendo ideas sobre la mesa, que todas hicieran crecer el proyecto. Libertad le pidió que la contara y Soledad que no estaba sola dijo que ya había miles de novias, que tenían que hacer un número en que la foto central tuviera una representante de cada provincia y un breve comentario del vestido. Sofía estaba de acuerdo y todas sonrieron al ver que el sueño crecía como un tejido.