Las corridas comenzaron temprano. El edificio, bastante antiguo, está deteriorado, pero, a pesar de todo, Indiana Jones e Indianita, su hija, pueden encontrar el tesoro escondido entre los pasadizos del lugar. Pero los ladrones de piezas arqueológicas no tardan en llegar, e Indiana y su hija deben sacar las armas, correr y disparar. El edificio es un intrincado laberinto. Cuando creen llegar a la salida se encuentran en un nuevo callejón, otra habitación que parece no tener salida, aunque pronto descubren que sí la tiene y por allí escapan. El calor es agobiante, pero deben resistir la sed y el hambre, el tesoro que llevan consigo bien lo vale, es mucho más que un santo grial inventado por leyendas, son los propios huesos de Cristo robados miles de años atrás y escondidos en este remoto lugar en el norte argentino. Cuando ambos están por desfallecer, el hombre de vientre prominente los llama a comer sus hamburguesas completas. Cuando terminan, abandonan tras de sí ese viejo hotel, otro escenario de fantasías.
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