Lavar la ropa era su escape, poca ropa y sencilla, poco escote, nada de faldas cortas, no le gustaba venderse como objeto. Sabía que, aunque ella pensara en el arte de vestir, el arte también podía ser mercancía. Soledad que no estaba sola la llamaba porque había tenido una idea fantástica, poner de moda la moda emperador. Libertad oía asombrada, el otro día me decías que era poco artístico el vestido porque no podía llegar a todas y ahora hablás de emperador. Soledad le explicó que el nombre tenía que ver con esa historia del traje del emperador, sí, ése que en realidad va desnudo. Libertad le dijo que cerrarían la revista si ponían novias en cueros y que, además, nunca podrían ir a la iglesia. Soledad le dijo que esa no era la idea, que la que Libertad proponía era mejor, al fin y al cabo, el cuerpo femenino es bello y Dios no debería admirarse de ver a sus criaturas tal y cual las creó, y Libertad se ramificó y le dijo que el problema era que se casaban para cometer el pecado; aunque, en realidad, la mayoría ya había pecado y Soledad que no estaba sola le dijo que no era pecado que, en verdad, lo contradictorio era creced y multiplicáos y, luego, no fornicarás porque las personas no son estrellas de mar, aunque todos deseáramos de vez en cuando serlo y, de última, Dios no está en la iglesia y, por ese motivo, van tapadas. La moda emperador se relaciona con las sábanas de tu hermana y tuya, es que se cubran con una sábana blanca, creando diferentes diseños y que tanto la pobre como la rica puedan lucir su bello cuerpo de mujer con el mejor traje de novia, siempre soñado para correr tras el hombre que las está esperando.
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