Su alegría y su ilusión provenían del crecimiento del proyecto. Libertad acababa de contarles que se había comunicado con Janaína, su amiga brasilera que vivía en Belo Horizonte. Ésta le había contado del surgimiento de tres cooperativas en Brasil: la primera, impulsada por ella misma en su ciudad, la segunda, en Río, y la tercera, en Bahía.
Soledad no salía de su asombro y deseaba no salir de su felicidad. La idea se extendía más de lo esperado. Se extendía como el agua en el territorio nacional. Creo que el agua nos va a tapar, dijo Soledad. No importa, dijo Sofía, según los científicos, de continuar esta situación, surgirá un nuevo Hombre que vivirá bajo el agua y sólo sobrevivirán aquellos que sepan adaptarse fácilmente a las condiciones de vida más precarias.
Entonces, dijo Libertad, si surgen estos nuevos Hombres ¿podrán, por fin, compartir las vaquitas o nuevamente se pelearán por ellas?
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