Para qué seguir buscándola, dijo Soledad, Libertad no está por ningún lado. Pero, si fue a la calle, corre el riesgo de morir, dijo Sofía. En ese instante, Gabriel entraba en la cocina y ambas callaron. Qué pasa, preguntó él. Libertad desapareció, dijo Sofía. Sí, ya lo sabía. ¿Y estás tan tranquilo?, preguntó Soledad. ¿Por qué no debería estarlo? En la calle, podría morir, dijo Sofía. No está en la calle. Cómo lo sabés. Porque simplemente desapareció. Esta mañana, cuando desperté, ya no estaba pero percibí algo de ella en el aire y le hablé. Al principio, no respondió, pero me dijo que necesitaba huir y le dije que estaba bien. Ahora, ella está en todas partes, aunque no la veamos. Si necesitan algo, me avisan y le pregunto. ¿Y por qué con vos habla y con el resto no?, dijo Soledad. Porque, cuando la encontré esta mañana escondida en el ropero, le agradecí por haberme ayudado y le dije que, cada vez que ella se sintiera niña, yo crecería lo suficiente para ser su padre.
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