Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).

F(h) Consultora en PYMES y ONGs

sábado, 23 de abril de 2011

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Un mar, se está inundando la casa, despierten, dijo Sofía a los gritos.


No terminaban de despertarse y veían que el agua entraba por debajo de las puertas como si de un verdadero mar en crecida se tratara.


Hay que ir a buscar a Gabriel, dijo Soledad, o se va a morir. Habías dicho que lo dejáramos, no vas a arriesgar tu vida ahora con el tiempo como está, es noche cerrada, llueve a cántaros, podrías no encontrar el camino para regresar, reclamó Santiago. Podría ser mi hijo, dijo ella. ¿Qué hijo, qué decís? El que viene en camino, Joaquín. Y un silencio terminó de inundar la sala y secó el rostro de Santiago. ¿Por qué no me lo habías dicho? No era un buen momento para agregar preocupaciones, no sabemos hasta cuándo tendremos que quedarnos aquí. Te estás alejando de mí, dijo él, se supone que estábamos todos juntos para estar unidos, y salió a buscar a Gabriel.


Al llegar, su rostro estaba más empapado por las lágrimas que su cuerpo por la tormenta. Buscó a Gabriel por todos lados y no comprendió lo que sus ojos veían. Decidió volver a la casa y mostrarles lo que llevaba en sus manos. Cuando entró, su rostro seguía navegando en lágrimas y, cuando habló, lo hizo sin mirar a Soledad porque con la que sentía en su pecho le era suficiente. Miren lo que encontré desparramado, dijo mostrando palabras con rastros de sangre. ¡Qué extraño!, dijo Penélope, mías no son, no anduve por ahí, ¿y Gabriel? No lo encontré, pero es noche muy cerrada para que vayamos ahora. Tendremos que ir mañana, dijo Soledad, hay que saber qué pasó.


Al día siguiente, el cielo clareaba y había una pequeña llovizna. Como el clima estaba templado, decidieron ir todos juntos y, al llegar, siguieron un pequeño rastro de palabras. Cuando llegaron al final, vieron asombrados una lápida construida con palabras que decía Aquí, descansa Gabriel viejo en su joven cuerpo de veintisiete años. Ahora entiendo la tormenta, dijo Soledad, Libertad tiene un dolor y una tristeza que no le caben en el cuerpo y, tampoco, alcanzan a salírsele por los ojos. Tenés razón, dijo la voz de Libertad, y todos la buscaron con la mirada sin encontrarla. No me van a creer, ahora, vivo incorpórea a volar por el aire, no puedo contener mi llanto, no pensé que esto sucedería si lo dejaba y me llevaba su aceite, pero les prometo que algún día volverá la primavera.


¿Y esa pluma?, dijo Penélope señalando una que era muy blanca y resplandeciente, a la que las gotas de lluvia volvían multicolor. Se acercaron a mirarla y, al levantarla, encontraron junto a ella un puñadito de estrellas y, en ellas, brillaban los ojos de Gabriel niño. ¿Él estará vivo?, preguntó Libertad, y la garúa empezó a menguar.

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