Aprendiz de tonta soy, decía Libertad. Mientras los hombres trabajaban en la huerta, ellas tomaban mate y hablaban de la edición del próximo número. ¿Qué pasó, lo decís por lo de anoche?, preguntó Soledad. Sí, por todo lo de ayer, tenía que haber supuesto que, cuando tuviera mi edad, Gabriel me ignoraría. Fue tu decisión, dijo Sofía, de cualquier manera, alguien tenía que hacerse cargo de él. ¿Y qué pasó con tu tejido?, preguntó Soledad, dejaste de hablar por completo de él. Es que dejé de intentar terminarlo y dejé de tener ese sueño. ¿Cuándo fue eso?, intervino Penélope. El día en que el sol rajó la tierra, de cualquier manera, algo raro pasó: ese primer día de la sequía, Gabriel era anciano, ¿recuerdan que preguntó por sus medicamentos? Todas asintieron con la cabeza. Bueno, entre sus pastillas, encontré el frasco de aceite para máquina de coser con el que yo soñaba.
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