Su padre le enseña a nadar con una técnica propia. Ella es muy pequeña aún, pero él no sabe subestimar a sus hijos. Por eso, cuando decide que la menor de los cuatro debe nadar también, la lleva a la pileta, a la de adultos, claro está, y le dice que se agarre bien fuerte del elástico de la malla de él y que vaya moviendo las piernas como una ranita, mientras él nada. A papá le gusta aprender, le gusta enseñar y, sabe, siempre sabe, que ellos lo pueden lograr.
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