Señala las estrellas después de corroborar con su libro el nombre de la constelación para enseñársela a Libertad. Su hermano sueña con estudiarlas y, por eso, lo hace. Su hermano es un niño curioso y, debido a eso, le escribió a la nasa para obtener información. En esta época, en que no existen los mails, enviar una carta o recibirla es un ritual. El momento de la escritura es especial y, una vez enviada, la espera es un paso más. El tiempo existe y pasa, no se consume ni aterroriza su paso veloz, el paso marca las esperas y los logros. Una vez recibida la respuesta, se abre con ansias el sobre y lo más mágico es tener entre las manos una parte de quien lo escribió: su letra, su papel, sus vacilaciones. La carta se guarda, se relee, se vuelve amarilla mostrando que el tiempo va transcurriendo.
Y, un día, la respuesta llega. Y, claro, una de las primeras personas en ver esas fotos es ella, su aprendiz.
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