Las palabras nuevas que decía Luna las hacían reír. Eran nuevas por muchos motivos, porque estaban recién incorporadas a su léxico y porque no las reproducía fielmente, sino que las decía de un nuevo modo, como si las creara.
Mientras Luna hablaba, Libertad preparaba el mate y Soledad abría la puerta. Les presento a Penélope, mi prima y amiga. Todas la saludaron y vieron que era esa clase de personas que tejen mundos con palabras, mientras esperan que algo cambie. Luego de una hora de hablar sin parar de su familia, su perro y su gato, hizo un respiro para decirle a Soledad que su casa estaba sequita. Y fue el turno de ella para hablar. Ayer, estuvimos todo el día secando el piso, nos reímos mucho y disfrutamos de hacerlo juntos. ¿Y con la otra parte de la casa qué van a hacer?, preguntó Sofía. Dejamos allá las diferencias.
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