Ensonnacionesmarianas es un blog abierto a la reflexión propia y ajena sobre cualquier tema sobre el que deseemos pensar. El ensueño tiene que ver con la idea antigua del sueño como camino al conocimiento (por ejemplo, El primero sueño de Sor Juana).
F(h) Consultora en PYMES y ONGs
jueves, 18 de febrero de 2010
¿Qué leemos cuando leemos?
Lamentablemente, los libros no escapan a cuestiones de mercado y así como compramos el yogur que vemos en la tele, en general, lo mismo pasa con los libros (digo, en general, porque, como en todo, hay gente que busca algo específico y sabe dónde buscarlo).
Los libros de autoayuda copan el mercado, nos venden felicidad. No tienen en cuenta que la felicidad es un estado y por qué no un sentimiento y nadie está alegre o triste el 100% del día. Otra cosa, te dan a leer algo que es sencillo y que podés decir "leo libros". Ojo, no es prejuicio, soy de los que creen que mejor leer algo que nada y que nadie empieza leyendo el Quijote, pero hay gente que se estanca en eso como lectura final, no sube escalones. Por dar un ejemplo, cuando yo empecé a estudiar portugués, no podía leer a Saramago, empecé por Coelho y me sentía realizada. Ahora, prefiero toda la vida leer a Saramago o a Jorge Amado.
Paseando por las librerías se ve que lo que vende son los Stamateas y, si sus libros solucionaran la vida de la gente, no los seguirían comprando ¿no? Doy un ejemplo personal. Hace algunos años, salió una obra completa de Rafael Alberti en tomos. Librería Santa Fe, la que está por Callao, tenía dos tomos en vidriera. Eran carísimos, así es que sólo tengo esos dos tomos y no todo. No podía comprarlos, pero ese tesoro me lo regaló mi papá. Cuando fue a comprarlos con mi hermana, no estaban más en vidriera. Preguntaron y el señor más grande que trabajaba en la librería estaba súper contento porque los hijos o el hijo le decían que los sacara que nadie los iba a comprar y él apostó por mucho tiempo a que alguien los quisiera. Él deseaba que alguien los quisiera.
También, está el tema del negocio editorial. Invierten y publicitan en aquello que pueden vender como chorizos. Porque esos libros pueden ser medio chotones, nadie engalana su biblioteca con eso, sino con un Quijote, un Martín Fierro, etc. E invertir en un escritor implica pagar muchas cosas como corrector de estilo, gasto que recortan, entre otros. Y, volviendo al tema de con qué engalana uno la bibliotea, eso da qué pensar. ¿Por qué hay bibliotecas con quijotes, borges y martines fierro? En alguna parte, hay gente que sabe que eso es "cultura", eso en el estante da prestigio, aunque no lo lean. ¿Por qué la vergüenza de decir no leo o leo esto otro? Por mi parte, reconozco que leo de todo, sobre todo, por curiosidad y para poder hablar. Leí El código Da Vinci para decir fehacientemente que es una reverenda mierda y pido perdón a los críticos por usar esos términos tan poco académicos, pero ya tengo mi título y me doy el gusto de decir esas cosas sin el riesgo de que me pongan un 2. Señores, no se avergüencen de lo que leen. Cada uno con sus gustos y santas pascuas. Parece contradictorio lo que digo, lo sé, pasa que pongo en duda que a la gente le guste la autoayuda y la literatura berreta, son como los yogures que nos hacen flacos mágicamente, estos libros nos hacen cultos y felices sin mover un dedo. Lo positivo que tiene esto (siempre en términos de lectura busco lo positivo) es que, entonces, la cultura es considerada un bien en mi sociedad igual que ser flaco. Lo malo es que es un bien material y rápido, pero las cosas pueden cambiar. Por estas cosas, es que la gente abre los ojos como huevos cuando digo que mi papá lee mucho y de lo mejor y, cuando comento que leyó el Quijote miles de veces (y no por mí, fue al revés, gracias pa por hacerme entrar en ese mágico mundo) y que se muere de la risa con Sancho, no me lo creen (aclaro, no me lo creen porque no es universitario ni mucho menos, viene de casa pobre y su gusto por la lectura es una pasión que le nació sola).
Por otra parte, en las editoriales, tenés a aquel autor que te lo posicionan como "el autor culto" y es una mierda, por ejemplo, un psicólogo o psicoanalista que pulula hace unos años por estos pagos y no hablo de Rolón. No me refiero a que guste o no guste, como escritor de literatura es malo, no hay nada innovador. Escribe muy mal (no sólo la historia, sino las faltas ortográficas, puntuación, etc.) y la editorial no le paga corrector, pero como dice cosas que el común de la gente no conoce se cree erudito y se lo hacen creer a la gente.
Es un tema que da mucha tela para cortar. Pero, básicamente, digo que lo que imponen las editorales no suele ser lo mejor, lo otro es más complicado de leer y creen que la gente no puede, lo cual no es cierto. Y, como dice Goytisolo, un muy buen escritor español, gracias a que existe la autoayuda y esa berretanga (lo puse en palabras mías, él lo dice bien), es que se pueden financiar proyectos de libros que son menos rentables.
Los premios editoriales son otro tema, porque se los otorgan a gente del fondo editorial para levantar ventas. Pero bue...
sábado, 13 de febrero de 2010
30
Haber mentido no la convertía en una falsaria. La mentira era creadora. Cuando Libertad habló en la radio, mintió en pequeños detalles como la edad o cosas referentes a su vida privada. No había mentido, sino que había creado otra realidad de su vida, que a nadie le importaba, pero que todo el mundo recordaría de ese modo.
Sofía y Luciana no comprendían por qué lo había hecho, creían que era pura vanidad. Ella les dijo que era todo lo contrario, que era una ilusión más de las tantas. Seguían sin comprender y la reprendieron por trivializar de ese modo el proyecto, entonces, Libertad les propuso que ambas redactaran una descripción de ella misma. No entendieron, pero acataron. Una vez que terminaron, Libertad les pidió que leyeran lo que habían escrito. Al hacer esto, vieron que la descripción en algunos puntos coincidía, sin embargo, había otros que no tenían nada que ver entre sí. Queda demostrado, dijo Libertad, todos somos algo y alguien diferente para cada persona, todos los días somos algo distinto para nosotros mismos. Todo es una ficción que al mismo tiempo no lo es, la verdad y la mentira no son absolutos. De hecho, dijo riendo Luciana, la filósofa dijo, alguna vez, que la verdad de las verdades es mentira.
Sofía y Luciana no comprendían por qué lo había hecho, creían que era pura vanidad. Ella les dijo que era todo lo contrario, que era una ilusión más de las tantas. Seguían sin comprender y la reprendieron por trivializar de ese modo el proyecto, entonces, Libertad les propuso que ambas redactaran una descripción de ella misma. No entendieron, pero acataron. Una vez que terminaron, Libertad les pidió que leyeran lo que habían escrito. Al hacer esto, vieron que la descripción en algunos puntos coincidía, sin embargo, había otros que no tenían nada que ver entre sí. Queda demostrado, dijo Libertad, todos somos algo y alguien diferente para cada persona, todos los días somos algo distinto para nosotros mismos. Todo es una ficción que al mismo tiempo no lo es, la verdad y la mentira no son absolutos. De hecho, dijo riendo Luciana, la filósofa dijo, alguna vez, que la verdad de las verdades es mentira.
29
Libertad siente sensación de libertad. Su hermano estrenó motocicleta y las lleva de paseo a ella y a su hermana, y el viento y la velocidad les dan la sensación de que todo es posible. Tiene una edad en la que todo lo es realmente porque tiene toda la vida por delante. Todavía no sabe qué significa la palabra «problema», aunque los cuervos del colegio vinculen eso con la culpa y tener que contárselo al señor cura. En esa época, ni siquiera eso le preocupa porque cree que es necesario confesarse, si bien nadie está obligado a declarar en su contra.
La verdad es que no hay mucho para declarar, pero, claro, un adulto olvida que los niños no tienen males, que aún no han vivido. Entonces, ella miente, aunque sepa que eso no está bien y, en realidad, es eso lo que esperan, como en la Inquisición, que uno se convenza a sí mismo de que su vida es un pecado y de que es un delincuente en potencia y que debe reprimir aquello que confiesa, pero, de cualquier modo, debe autoculparse. Pedir disculpas no es más que un círculo vicioso, es reconocer un error al pasar sin reflexionar sobre él. Por lo tanto, el perdón permite repetir al infinito lo realizado. Sin embargo, en ese momento, ella no piensa en eso, simplemente piensa en que sus mentiras deben ser perdonadas, por lo tanto, por último confiesa la única verdad, por último, declara haber mentido.
La verdad es que no hay mucho para declarar, pero, claro, un adulto olvida que los niños no tienen males, que aún no han vivido. Entonces, ella miente, aunque sepa que eso no está bien y, en realidad, es eso lo que esperan, como en la Inquisición, que uno se convenza a sí mismo de que su vida es un pecado y de que es un delincuente en potencia y que debe reprimir aquello que confiesa, pero, de cualquier modo, debe autoculparse. Pedir disculpas no es más que un círculo vicioso, es reconocer un error al pasar sin reflexionar sobre él. Por lo tanto, el perdón permite repetir al infinito lo realizado. Sin embargo, en ese momento, ella no piensa en eso, simplemente piensa en que sus mentiras deben ser perdonadas, por lo tanto, por último confiesa la única verdad, por último, declara haber mentido.
28
A su Romeo, lo amaba, aunque en general deseara matarlo. Soledad estaba nerviosa porque faltaba poco tiempo y, cuando se diera cuenta, su vestido también sería parte del pasado. Les contó a sus amigas que su santo caballero andante también deseaba pensar su vestuario. Ella no estaba muy de acuerdo porque eso podía complicar su economía, pero él decía que no quería nada extravagante, sino algo que hablara de él. Es cierto, había dicho en broma que iría con una hoja de parra porque donde ella estuviera allí estaría el Paraíso. Vos sos mi Oriana, le había dicho, y, por lo tanto, debería ir en cueros a hacer piruetas de loco enamorado, pero como tampoco puedo, había agregado, pienso cómo vestiría un caballero andante de hoy, descalzo y con las manos sin armas porque el poder no estaría en su brazo, sino en su palabra, de blanco en nombre de la paz y con un clavel rojo en la mano que reclame y pida paz y libertad.
27
La «realidad» se ve superada por el artificio continuamente. Soledad y Libertad descubren, en medio de esa clase tan tediosa, que la profesora no se parece a Benny Hill disfrazado de viejita, sino que, en verdad, es un viejito que se parece a Benny Hill en traje de señora. El tedio y los caramelos las envuelven en esa puesta en escena, en esa actuación que en este caso dista de ser magistral, y vuelan con sus pensamientos imaginando intrigas en ese arte de novelar dialogando que poseen. Construyen historias, imaginan personajes, y todos son tan reales como que Benny Hill está leyendo escenas de Shakespeare. Esto es tan real como, para decirlo en términos del viejito barrabrava de boca, sucede en el teatro isabelino: el mancebo que interpreta a Julieta no es tal joven, simplemente porque es Julieta, cada centímetro de su piel y de su cuerpo dice a los gritos que es Julieta y que ama a Romeo.
26
Sólo era pasado, como Libertad lo había previsto, cuando los medios vieron que no obtenían respuesta por parte de ellas y, por lo tanto, que faltaba el escándalo, olvidaron el editorial y enfocaron sus cámaras y micrófonos a la rubia debilidad del momento. Ésa que decía ser virgen y ese artificio trascendió toda realidad.
Pero a ellas no les preocupaba, nunca buscaron masividad, sino popularidad. A veces, la primera implicaba la segunda, sin embargo, solía responder, en general, a otro tipo de intereses. Libertad quería ser libre de esas ataduras y las tres habían rechazado ser vestidoras de la vedette del momento. Todavía no comprendían que no consistía en la creación de un Dios superior, sino en el libre albedrío de la novia. Era cierto, las cuestionaban por haber registrado una marca, pero, a veces, también había que pactar con la «realidad».
Pero a ellas no les preocupaba, nunca buscaron masividad, sino popularidad. A veces, la primera implicaba la segunda, sin embargo, solía responder, en general, a otro tipo de intereses. Libertad quería ser libre de esas ataduras y las tres habían rechazado ser vestidoras de la vedette del momento. Todavía no comprendían que no consistía en la creación de un Dios superior, sino en el libre albedrío de la novia. Era cierto, las cuestionaban por haber registrado una marca, pero, a veces, también había que pactar con la «realidad».
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