Su mano es pequeña, su muñeca mucho más aún y luce un reloj, el primer reloj con agujas. Tiempo atrás, no hace tanto, su hermana la ayudó a armar un reloj de cartón, cuyas manecillas eran sostenidas por un gancho mariposa. Pero la ayuda no quedó en eso, sino que la llevó a la habitación de los padres y tomó ese reloj despertador un tanto antiguo que esperaba en la mesita de luz que estaba junto a la ventana. Ambas se sentaron en la cama de mamá y papá, y su hermana le explicó el juego de las agujas para decir la hora. A ella, le costó un tanto entender, pero, de cualquier modo, Luciana lo consiguió. Días después, mamá le compró su primer reloj, ahora lo mira con obsesión y alegría a cada instante. Es pequeño y tiene una malla negra. El tiempo pasará mucho más rápido de lo que ella cree que es posible, y los relojes pasarán a ser objetos bellos de colección y el tiempo una absurda obsesión que no termina de pasar.
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