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Pasar por el supermercado era la cita obligada del día a día. La sequía se hacía presente en Buenos Aires. En pleno verano, con temperaturas de hasta 45 grados en la ciudad no quedaba una gota de agua. El nivel del Río de la Plata había descendido a niveles históricos, hacía dos meses que no llovía, las plantas potabilizadoras tenían problemas para realizar sus tareas. Las personas acudían a las plazas para sacar aguas de las fuentes como tiempo atrás. En las ciudades modernas, es dificultoso volver al pasado cuando un problema las aqueja. A nivel nacional, los políticos estaban preocupados porque en verano se caldean más los ánimos y el calor le pide al cuerpo salir a la calle y pegar un par de gritos. Los periodistas dieron a conocer una opinión off the record del presidente en las que se manifestaba sobre la posibilidad de decretar el adelanto del invierno.

A nivel Emperatrices, las plantaciones de jazmines corrían peligro y era muy mal augurio porque estaban comenzando a hacer una gran tarea. A Libertad, esto le preocupaba mucho, pero, en su fuero íntimo, le preocupaba más la dilación de la llegada de Ulises que esto implicaba. Todos los días, consultaba el pronóstico del tiempo, pero no había buenas noticias. Cuando Soledad la vio, percibió que algo extraño le sucedía a su amiga y le dijo que parecía como si se estuviera marchitando, a lo que ella le respondió que todo tenía que ver con la falta de agua. Para cambiar un poco el ambiente, Soledad amplió su sonrisa y levantó, como si fuera una lanza, la revista que llevaba en su mano izquierda. Orgullosa, mostró la foto de portada con las modelos del desfile en España y abrió rápidamente la revista para mostrar el editorial de su maridovio.