El dinero está allí, en el suelo. En este tiempo, encuentra con frecuencia dinero en el piso. Una de esas tantas veces, papá le pidió el dinero para contarlo y lo guardó. No le gustó mucho, pero no se quejó porque cuando le había dicho que estaba ahorrando para comprarse una bici, él apareció con su Pinky roja, que así como la llevó a dar muchas vueltas manzana, también le enseñó a atropellar gente.
Pero este día encuentra quinientos australes, en esta época, equivale a cinco sánguches en el cole, y más tarde sólo serán cinco centavos. Papá le pregunta dónde los encontró y ella responde que en el piso, que se le cayeron al señor de adelante. En ese momento, papá le enseña que eso no es suyo porque ella sabe a quién corresponden, que una cosa diferente es encontrar y desconocer al dueño. Por lo tanto, avanza unos pasos, toca el brazo del señor y le dice que el billete es suyo, que se le había caído.
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