Ayer, iba tranquilamente para italiano con pocas ganas y con deseos de salir en Plaza de Mayo y quedarme con los aborígenes, pero la tarde no suele invitar a cosas hermosas frecuentemente y seguí mi camino. Por la noche, como todo estaba cortado, me sentí obligada de caminar hasta el subte y la belleza estuvo en mis ojos. No los podía ver por las vallas, pero ahí estaban, iluminando el cielo de Buenos Aires con un carnavalito. Automáticamente, pensé los festejos comenzaron hoy. E instantánemente me dije "no, esto es un reclamo".
Bueno, resulta que pensando y pensando, llegué a la gente que siempre critica a los españoles por las matanzas y recordé lo que una vez me dijo mi mamá "por qué nosotros, si a nosotros los pobres nos hacía lo mismo la misma gente". Y es que los que dominan no tienen una nacionalidad, tienen una clase. Y me di cuenta de que ellos y yo estábamos hermanados muy profundamente. Con una diferencia importante, el color de la piel que, a veces, me hace sentir culpable. Mis padres consiguieron mejorar su situación, pero, además de que eran otros tiempos, eran blancos y de origen católico. Y no puedo renegar de mi color de piel porque es parte de mi identidad, pero sí de mi origen religioso que, aunque hoy me diga atea, está en mí, así me criaron. Y saber que mi color de piel me da otras posibilidades que a ellos no, me dio vergüenza. Ojo, no lo digo porque sí, muchas veces me han elogiado como parte de mi "belleza" lo blanca que soy. También, escuché en Brasil que yo siendo argentina, hija de europeos y blanca tenía casi que el mundo a mis pies.
De cualquier manera, hay algo que me reconfortó. El paso del tiempo. Aunque a muchos los entristezca, hace maravillas. Hace algunos años, nadie iba a imaginar que los gays reclamaran matrimonio, ni que los aborígenes hicieran lo mismo con sus tierras. Por suerte, existen personas como Evo o como Milagro Sala, que le dan la voz a su pueblo, porque el silencio mata y ellos pueden.
Mi saludo a los aborígenes, a esos a quienes siento mucho más cercanos que a los locos blancos de microcentro.
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